Metamorphosis

A veces me paro a observarlo. No habla demasiado, pero sabe hacer muy bien su trabajo. Siempre está ahí, detrás de una puerta, como un guardián de los sueños, despierto mientras el resto del mundo duerme. Hoy le he puesto voz a sus pensamientos y se me ha ocurrido que podrían ser algo parecido a esto:

“Lo sospechaba. Me he visto las escamas azules en el espejo. Sí, me he convertido en un monstruo, no hay duda. He cambiado mil veces de lugar de trabajo y con ello todo lo que gira a mi alrededor. Bueno, casi todo. Ya no tengo el tiempo que quisiera para dedicarme a escribir lo que se me pasa por la cabeza. Podría pasar por el protagonista de “Los 4 Fantásticos”, pero conmigo iban a ahorrar en estrellas de Hollywood y es que,yo solo, haría sin problema todos los personajes. Cuando me dan el trabajo de tres soy Mr. Fantástico, me siento como un ser elástico que tiene que hacer mil cosas a la vez en un tiempo récord; cuando me ignoran soy la Chica Invisible y cuando me enfurezco paso de ser la Cosa a ser la Antorcha Humana en cuestión de segundos. Para colmo de males, trabajo para el Estado, ente virtual contra el que no puedes dirigir tu ira porque “El Estado”, como “Hacienda”, somos todos. Bueno, para ser franco, le vendo mi tiempo presencial (sólo mi cuerpo –un tipo de prostitución como otra cualquiera- porque mi mente siempre anda en las nubes) que es como decir que me suicido con un veneno a pequeñas dosis, con un consumo de energía mínimo. Yo sólo lo hago por ahorrar, ahora que está tan de moda eso del “Desarrollo sostenible”... Renuncio a la libertad de hacer lo que se me antoja por diez euros con cincuenta y ocho céntimos. Lo que peor llevo son los agotadores cambios. Ahora amenazan desde arriba con volver a cambiar los turnos, ahora que había recuperado el dominio sobre mis biorritmos. Y a la falta de material fungible responden desde las altas esferas con un indignante encogimiento de hombros. Nada grave, porque todo se va a solucionar "en un abrir y cerrar de ojos", según dice el gran jefe, que tiene madera de político de barrio. En los mentideros oficiales se habla de una hipotética ampliación de presupuestos, prometido desde hace meses y esperado como el maná. Lo que no se ha aclarado es adonde va a ir a parar esa ampliación. Ni que decir tiene que… a los bolsillos de siempre. Ingenio no les falta... Imaginemos que ahora no hago casi nada y desde el uno de octubre en adelante con estas expectativas voy a hacer un diez por ciento menos. Mi grado de inactividad es proporcional a la desmotivación y a la falta de incentivos y/o recursos. A partir de ahora probablemente le haga competencia a la hiedra de la ventana. Es ridículo y claustrofóbico trabajar en un espacio tan reducido con una minúscula ventana.
Quisiera dejar de tomar café y de fumar, pero tendré que aplazar los buenos propósitos para otra vida, porque una de las pocas satisfacciones de la noche es salir a la puerta donde una vez que ha cesado la avalancha de demandas y la ciudad duerme como un dragón, se puede hacer una inspiración profunda con una taza de café en la mano.
En ocasiones cuando salgo del bunker mis ojos no soportan la claridad del día. Me he convertido en un vampiro. Hay una rendija en la pared que da a la calle. Por esa grieta veo pasar mil piernas durante 12 horas y se me antoja que puedan pertenecer a hombres y mujeres libres. Yo me sitúo del otro lado de la reja y el bunker se convierte en mi cárcel. Iba a decir que también en estas historias se cuelan retazos mal cosidos que tienen algún punto de contacto con la realidad de otras personas. A veces esas personas se detienen un momento para escuchar lo que les cuento y sospechan que les estoy tomando el pelo, que me estoy saltando la medicación o que estoy perdiendo la cordura.
Tienen razón, pero sólo en parte."

La Dama