Ni yo bordo pañuelos
ni tú rompes contratos
ni yo mato por celos
ni tú mueres por mí.
Y antes de que me quieras
como se quiere a un gato
me largo con cualquiera
que se parezca a ti.
De par en par te abro
las puertas que me cierras
me cuentan que el olvido
no te sienta tan mal.
La paz que has elegido
es peor que mi guerra
lo que pudo haber sido
lo que nunca será.
Yo en cambio nunca supe
ir a favor del viento
que muerde las esquinas
de esta ciudad impía.
Pobre aprendiz de brujo
que escupe al firmamento
desde un hotel de lujo
con dos camas vacías.
Quién hará tu trabajo
debajo de mi falda
la boca que era mía
de que boca será.
El roto de tu ombligo
ya no me da la espalda
cuando pierdo contigo
las ganas de ganar.
Como pago al contado
nunca me falta un beso
siempre que me confieso
me doy la absolución.
Ya no cierro los bares
ni hago tantos excesos
cada vez son más tristes
las canciones de amor.
Yo en cambio nunca supe
ir a favor del viento
que muerde las esquinas
de esta ciudad impía.
Pobre aprendiz de brujo
que escupe al firmamento
desde un hotel de lujo
con dos camas vacías.
Aunque nunca me callo
guardo un par de secretos
lo digo de hombre a hombre
de mujer a mujer.
Ni me caso con nadie
ni me pongo amuletos
por no tener no tengo,
ni edad de merecer.
Quién hará tu trabajo
debajo de mi falda
la boca que era mía
de qué boca será.
El roto de tu ombligo
ya no me da la espalda
cuando pierdo contigo
las ganas de ganar.
Maldita sea la tinta
que empapa mis papeles
maldita la tercera
persona del plural.
Las uñas que se clavan
ahí, donde más duele
si se me corre el rímel
cuando me haces llorar.
Y como pago al contado
nunca me falta un beso
siempre que me confieso
me doy la absolución.
Ya no cierro los bares
ni hago tantos excesos
cada vez son más tristes
las canciones de amor.
(Joaquín Sabina)
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