Pelando cebollas al ritmo de Mecano

martes, 21 de abril de 2009



El cielo amenazaba lluvia desde el mediodía y estuvo conteniéndose hasta la tarde. Empezó a llover justo cuando yo comencé a llorar en la penumbra de un mar de cabezas que miran desde la oscuridad del anonimato un escenario lleno de recuerdos que resucita muertos pasados. De fondo, “El fallo positivo” de Mecano y en mis ojos dos torrentes al ritmo de esos recuerdos.

En la distancia, bajo un cañón de luz, cualquier rostro de un actor haciendo el papel de toxicómano en las últimas, es idéntico al de mi primo Juan, muerto y enterrado tras una sobredosis del mal endémico del olvido. A su lado, la voz de una niña, que podría tener mi edad cuando él se fue, de madrugada, sin previo aviso…

“Pesando en la balanza del amor

la ciencia y la conciencia,

fue tu condena un nudo de dolor,

estúpida sentencia…

Y es que tú eres lo que más quiero

y sin ti, la vida es un cero…”

Desde hace dos días esas dos frases martillean mi cabeza

“Y es que tú eres lo que más quiero

y sin ti, la vida es un cero…”

y se escapan de mis labios cuando estoy distraída; burlan a la sensatez y vuelven a crear un tsunami en mis ojos…
“la cara vista es un anuncio de Signal

la cara oculta es la resulta

de mi idea genial de echarte

me cuesta tanto olvidarte

me cuenta tanto olvidarte

me cuesta tanto…”

Afortunadamente, cuando el tsunami ataca, siempre tengo una cebolla cerca a la que echarle la culpa.

(La Dama)

La resignación de las cucarachas

martes, 14 de abril de 2009


Desde la primera vez que fue al cine, quedó cautivada para siempre. Las películas en sí le daban prácticamente igual. Lorena Antúnez de Mayolo pagaba su entrada para contemplar los rostros de los espectadores.Verlos pasar de la risa al llanto en segundos era realmente fascinante. Su interés se multiplicó al saber que una misma producción se difundía en diversos lugares del mundo. Imaginaba la maquinaria humana que había detrás.Personas con distintos valores a los de ella, pero que seguramente pensaban lo mismo: que las películas como tal importaban poco, que sólo eran un medio, y no para recaudar el dinero de las taquillas, sino para manipular conductas, inculcar ideologías, aspiraciones, miedos…lo que a la larga generaba una verdadera riqueza.

Por un acontecimiento en particular, la fijación de su adolescencia se trastocó. A día de hoy, de las 37 películas que Lorena Antúnez de Mayolo dirigió, ninguna ha sido proyectada. Ella no perdió su tiempo ni siquiera en editarlas. Sólo deseaba filmar la siguiente historia, renunciando a los espectadores y centrándose en lo que denominó “el cine fuera de encuadre”.

En 1962, tres años antes de lanzarse como directora,empezó a escribir "La resignación de las cucarachas", un guión cinematográfico que mostraba, sin tapujos, el crudo proceso que atravesaban los niños de la calle al ir descubriendo cada matiz de su miserable realidad; acomodándose adormecidos en su inalterable destino. Lorena pretendía conmover a la sociedad europea con el fin de ejercer presión sobre los organismos sociales internacionales y algunos dirigentes políticos latinoamericanos.

No obstante, en el transcurso del rodaje de dicha historia, fue perdiendo el interés por tocar a las masas, a la vez que surgía en ella un cálido placer por transformar la vida de sus actores. Buscando un mayor realismo, había reclutado a los pequeños protagonistas en un reformatorio. Todos esos menores tenían que interpretar sus propias vidas,a excepción de Esteban, quien desempeñó el papel de Florero, un niño tenaz y soñador que tardó más de lo normal en perder la esperanza de dejar las calles.

Florero, tras ser abandonado por su madrina, se instaló en un cementerio y, con un ánimo intensificado por el temor a vivir siempre así, continuó asistiendo a la escuela, hasta que fue expulsado por su aspecto indigente. Comenzó a robar y se las ingenió para que un adulto lo matriculase en otro colegio. En una de sus incursiones delictivas fue detenido por la policía y encerrado varios meses en una prisión para adultos. Al ser liberado, continuó prostituyéndose como en la cárcel… pero esa última parte, desde la captura, no fue filmada. Antes de llegar ahí, Lorena modificó el guión porque el intérprete, Esteban, merecía otro final. Durante los días que se rodó la etapa correspondiente al intento de superación del niño, Esteban, analfabeto, le pidió a Lorena que le enseñara a escribir para poder hacer bien su papel. Ella, en una primera reacción, le dijo que no se preocupase, que en la secuencia del dictado utilizarían la mano de un doble. Esteban insistió. A la semana siguiente, al terminar las sesiones diarias, acudió a la escuela nocturna, además de recibir clases particulares de Lorena. En el nuevo guión, el personaje buscó un trabajo. Esteban quiso encontrar otro. Y cada escena, creada sobre la marcha,contribuyó a enriquecer su moral. Una vez encaminada esa pequeña vida, tramitaron los papeles para que lo acogiera una institución adecuada. La filmación se prolongó ocho meses más de lo previsto.

Antúnez de Mayolo continuó filmando, sin editar. Ella no solía preocuparse por la financiación de los proyectos. Inicialmente dispuso de su propia fortuna y, al agotarla, no faltaron las contribuciones de instituciones y personas cercanas. Nunca hizo pausas entre producción y producción.Trabajó con casos perdidos de Francia, España y todos los países de América, incluyendo Estados Unidos y Canadá. Por lo general, los adultos le daban más problemas que los niños. Mientras más mayores,menos les nacía superarse personalmente para salir de la miseria —material o psicológica—, que tristemente llegaba a convertirse en un pedazo vital de su identidad. Sin embargo, siempre consiguió rehabilitarlos, incluso cuando se trataba de alcohólicos o heroinómanos.Claro que con estos empleó medidas extremas. Después de venderles la idea de que la fama les permitiría ahondar en sus vicios con tranquilidad, los llevaba hasta un campamento en medio de las montañas nevadas de los Andes. Sin tentaciones merodeando y el contexto ideal para endurecer el carácter, los motivaba tenazmente a revivir —antes y durante el rodaje— las carencias que superaron los sobrevivientes de un sonado accidente aéreo, convenciéndolos de que era esencial interiorizar a su personaje, porque era la única forma de ser un buen actor y así alcanzar esa generosa fama. Cuando flaqueaban, les ponía la cámara delante. Después de un año de sobrellevar todo tipo de inclemencias y aprender a saborear los minúsculos placeres, regresaban renovados. Además, no sólo nunca recayeron; se acostaban orgullosos de sí mismos.

Las 37 películas de Lorena Antúnez de Mayolo podrían haber afectado las emociones de millones de personas,pero ella prefirió modificar el papel de 152.

La última vez que se animó a entrar a una sala de cine,giró la cabeza y vio la pantalla durante un rato largo,dejándose cautivar por la historia. Recordó el título
del primer guión que había escrito. Se sintió una cucaracha más, de la especie que aprendió a amar. Estaba en la oscuridad, observando a quienes vivían en esa luz, aguardando a que se apagara para recién salir y continuar con la rutina. No esperó, salió antes de ver ese final, para de alguna manera homenajear a quienes —fuera del encuadre— hicieron lo mismo ante su anunciado destino.

(Rafael R. Valcárcel)

Motivos para no enamorarse (parte II)

viernes, 10 de abril de 2009



- Me defraudaste
-¿Por qué?
-Cuando me desperté y no te vi pensé que ibas a estar preparando el desayuno
-No soy un buen anfitrión
-No, sos pésimo
-¿Te pasa algo?
-No, ¿Qué me va a pasar? Nada
-Bueno, el misterio me aburre ¿sabes?
-¿Te arrepentiste?
-Esto es un error, Clara
-¿Qué te parece un error?,¿que te pase algo conmigo te parece un error?
-Eso es inevitable, ¿a qué hombre no le van a pasar cosas con vos?
-¿Entonces?
-El error es que a vos te pasen cosas conmigo…
-¿Es por tu mujer?
-Por todo
-No entiendo, qué es lo que me quieres decir, si tu mujer ya no está…
-Seamos realistas cada uno fue inventando al otro a su modo, ¿sabes?
-¿Inventando, qué?
-No te entiendo. para vos es un invento esto?
-Bueno, a lo mejor me estas idealizando.
-Vos te pensas que no me doy cuenta como sos? ¿Te pensás que no me doy cuenta que tenés un carácter podrido o que sos desconfiado, cerrado, que roncás?
-Yo no ronco
-Si roncás.
-Hay una gran diferencia entre vos y yo
-¿Cuál?
-A vos te sobra tiempo y a mí no.
-Estás hablando como si te fueras a morir mañana.¿Por qué no te enterrás vivo? Así ganas tiempo.
-Lo que vos necesitás no siempre yo te lo voy a poder dar.
-¿Qué sabes qué es lo que yo necesito?
-Si que lo sé. Haceme caso, antes de que sea tarde...
-Ya es tarde.

(De la película "Motivos para no enamorarse")

Carnaval de Brasil



La musa es una sola musa
o es una serpiente de muchas cabezas,
los buscadores de promesas,
la tientan con cerveza,
si se va puede volver, el día menos pensado,
para darle su consuelo, al poeta mal hablado.

No son mujeres ausentes, no son cuchillos en los dientes,
no son martes de carnaval de Brasil,
no son canciones urgentes,
no son asuntos pendientes,
no son martes de carnaval de Brasil,
(tristeza nao tein fim)

Habrá que desenvainar las espadas del texto,
Y escribir una canción aunque no haya algún pretexto,
y dedicársela al primero que pase caminando,
al que se quedó pensando, al que no quiere pensar,
al olvido selectivo, a la memoria perdida,
a los de los pedazos de vida que no vamos a perder... jamás.

(Andrés Calamaro)

Motivos para no enamorarse



- ¿Por qué está sola?
- Mis papás son del interior, yo vine hace un tiempo porque necesitaba trabajar.
- No, lo que le quiero preguntar es por qué no tiene novio.
- Yo, no sé, es que el tipo de tipo que se enamora de mí, es el típico tipo que a mi no me gusta. Y el típico tipo que a mí me gusta, es el típico tipo que nunca se enamoraría de mí. Yo cuando salgo con alguien por primera vez, le enumero todas las razones por las cuales seguramente me va a dejar. Prefiero el fracaso prematuro. Decepcionada de ante mano, ahorro tiempo y reproches.
- Bueno, entonces tengamos nuestra primera cita. Defenéstrese, dese con un palo, decepcióneme a lo grande y no sea tímida, a ver...
- ¿Quiere que le de los motivos para no enamorarse de mí?
- ¿Por qué no?
- No soy perfecta.
- Eso ya me inspira bastante confianza.
-Tengo cierto sentido trágico de la existencia que siempre me hace pensar lo peor de todo en cualquier situación.
-A ver…Si usted tuviera que ponerse un puntaje entre uno y diez, ¿qué se pondría?
-Un seis
-¿Usted nunca pensó que los motivos para espantar a los hombres también podrían ser las razones para enamorarse de usted?. Todas las ideas son reversibles.
(De la película "Motivos para no enamorarse")

Molinos de viento y otras goteras cotidianas...



A veces no tienes que ir muy lejos para encontrar el infierno porque ese infierno está en tu mente. He conocido a un matrimonio octogenario que tiene hijas sólo de martes que se comportan como asistentas domésticas muy eficientes. De miércoles a lunes las “hijas-martes” son invisibles y ellos las recuerdan en fotos. Bueno, sólo ella, porque a él hay que explicarle cada día quiénes son esas dos desconocidas cuya foto de boda luce sobre el televisor.
Luchar contra el sistema es una cosa, pero luchar contra tus raíces es otra bien distinta. Cuando el problema te toca de cerca, y te ves reflejada en esa situación, desde el otro lado del escaparate, te hundes en la evidencia de que, lejos de ir amainando el temporal, sólo es susceptible de empeorar. Tú eres la “hija-semana” y multiplicas por siete los problemas.
La vida es como una casa. Cuando la estrenas, todo va bien, pero con el tiempo, si no la cuidas, empieza a hacer goteras Esas goteras por donde se cuela la lluvia, alimenta charcos y va pudriéndolo todo desde el interior. Estamos en la etapa de goteras, pero los inquilinos se niegan a hacer obras y esta casa se está convirtiendo en una ruina.
Este bando se está quedando sin soldados y los que aún se pueden sostener de pie están agotados. Hay quien se refugia de los problemas en la bebida y hay quien se oculta bajo la máscara de la indiferencia. Los que somos abstemios y cogemos los toros por los cuernos, tenemos muchas papeletas de morir por culpa de las coronarias, antes de los cuarenta…

(La Dama)

En busca de estrellas...

jueves, 9 de abril de 2009



-Las gentes tienen estrellas que no son las mismas. Para unos, los que viajan, las estrellas son guías. Para otros, no son más que lucecitas. Para otros, que son sabios, son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas no hablan. Tú tendrás estrellas como nadie las ha tenido.
-¿Qué quieres decir?
-Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!
Y volvió a reír.
- Y cuando te hayas consolado (siempre se encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo. Tendrás deseos de reír conmigo. Y abrirás a veces tu ventana, así... por placer... Y tus amigos se asombrarán al verte reír mirando el cielo. Entonces les dirás: "Sí, las estrellas siempre me hacen reír", y ellos te creerán loco. Te habré hecho una mala jugada...
Y volvió a reír.
-Será como si te hubiera dado en lugar de estrellas... un montón de cascabelitos que saben reír...
Y volvió a reír. Después se puso serio:
-Esta noche... ¿sabes?...no vengas.
-No me separaré de ti.
-Parecerá que sufro...Parecerá un poco que me muero. Es así. No vengas a verlo, no vale la pena...
-No me separaré de ti...

("El Principito"-Antoine de Saint-Exupéry)

Soliloquios en cuarto creciente

lunes, 6 de abril de 2009



Últimamente se me amontonan las goteras y la lluvia me cala hasta lo más hondo. Los engaños, las prisas, el vacío, los huecos en el estómago, los nudos en la garganta, las campanas que tocan el final de los asaltos, la nostalgia de lo que todavía no ha sucedido por las cosas que aún conservo…llenan espacios muertos. Tengo un inmenso agujero en lo más profundo y no tengo el hilo a mano para coserlo. Mis remiendos son temporales y mediocres. La mediocridad me agota porque nunca la he entendido. Es una espiral extraña llena de luces de neón que se debaten en mi cabeza.
Respiro profundamente y me paro a escuchar esta nada inmensa que me rodea. El silencio ensordecedor me paraliza y es a la vez una sensación placentera, pero desconocida y como todo lo no conocido, me provoca recelos y reduce a cenizas cualquier atisbo de entusiasmo…
Puedo gritar y crear un eco infinito en mis paredes blancas, como si estuviera en la cima de la montaña más alta del mundo; puedo danzar como un poseso a la luz de Luna; puedo reír a carcajadas si se me antoja hacerlo; puedo correr desnuda sin sentirme observada; puedo llorar a gusto por las tristezas más nimias que me rodean; puedo combinar colores estridentes, haciendo de la extravagancia un hábito; puedo combinar sabores y embriagar el aire con el perfume más caro o saltar sobre la cama como si quisiera alcanzar una nube o atrapar una estrella para que iluminase el cielo de mi habitación durante el resto de mis días…Soy independiente y no estoy acostumbrada a serlo. Perdí pronto esa rutina que nunca he llegado a saborear del todo y ahora me siento extraña.
La vida lanza órdagos y prende antorchas a mi paso. No necesito oír la respiración de nadie a mi lado, sólo escuchar el ruido de los coches en la lejanía de mi ventana que da al resto del mundo. Por eso odio las noches en las que la oscuridad lo llena todo, porque el ruido desaparece y la inmensa nada con su manto de silencio cubre las esquinas de mi cama.
Sentimientos encontrados se atropellan y forman sombras chinescas con la luz del cuarto creciente y sólo oigo mi respiración acompasada, menguante, a medida que el sueño se apodera de mis pensamientos, y se lleva, como la pleamar, mis viejos fantasmas...

(La Dama)

Tal vez herido...



Tal vez herido voy sin ir sangriento
por uno de los rayos de tu vida
y a media selva me detiene el agua:
la lluvia que se cae con su cielo.

Entonces toco el corazón llovido:
allí sé que tus ojos penetraron
por la región extensa de mi duelo
y un susurro de sombra surge solo:

¿Quién es? ¿Quién es? Pero no tuvo nombre
la hoja o el agua oscura que palpita
a media selva, sorda, en el camino,

y así, amor mío, supe que fui herido
y nadie hablaba allí sino la sombra,
la noche errante, el beso de la lluvia.

(Soneto LXX, Pablo Neruda)

Ala Rota

viernes, 3 de abril de 2009



“Cuando acabe la guerra te daré un abrazo, si aún existe el amor y si aún tengo brazos…”

Lo había leído en algún sitio. Tal vez en un libro, pero no recordaba el nombre, sólo aquella frase cargada de nostalgia y despedida, con una puerta abierta al futuro o a la nada, porque después de la guerra lo único que queda es una inmensa “nada”.

Le habían gustado tanto aquellas palabras que se las había escrito a la chica de sus sueños en una carta anónima que dejó sobre su pupitre una mañana de febrero. Estaba redactada en un papel que él mismo se había encargado de envejecer con agua de café. Para el amor, Joaquín guardaba meticulosamente los detalles. Todos los días soñaba con ella y con acompañarla a casa en bicicleta. Nadie mejor que Verónica se merecía una frase como aquella, probablemente inventada por un soldado desconocido, de esos a los que se homenajea en grupo cuando cae en el frente y al que le otorgan a título póstumo la medalla al mérito que recoge una madre enlutada, pero al que nadie puede ponerle un rostro determinado, ni un nombre concreto, tan sólo un número, el soldado:… 1267…un muchacho posiblemente de la edad de su hermano, con las ilusiones truncadas por haberse cruzado con una guerra que le vendría demasiado grande.

Él nunca iría a la guerra, pues tenía un defecto fisico que, en caso de reclutamiento forzoso, le hubiese librado de ir al frente. Llegó a este mundo con un sello de identidad propio e inconfundible que levantaba curiosidad y burlas entre los niños del pueblo y lástima entre los adultos. La ignorancia colectiva además asociaba el tener un brazo más corto que el otro con una tara mental y aquel distintivo maldito había colgado de su cuello como su brazo inane del resto del cuerpo.

Su abuelo, un hombre con la sabiduría que no se adquiere en el colegio, sino en la escuela de la vida, le había contado de pequeño que todos los pájaros, incluso los que tienen las alas cortas o rotas, pueden volar si se lo proponen. Por eso él vivía con la esperanza de que algún día, el brazo izquierdo se empezara a mover en la dirección ordenada por su mente, porque hasta ahora, como le había dicho su abuelo, sólo estaba “dormido”. Tal vez, por aquel defecto que le había valido el sobrenombre de “Ala rota”, Joaquín, se sentía más identificado con la frase que finalizaba la carta que dejó aquella mañana sobre el pupitre de Verónica.

Aquella fue la primera de las ocho cartas echadas puntualmente al buzón en cada San Valentín hasta que el noveno catorce de febrero que su corazón latía al ritmo de la respiración de Verónica, Joaquín decidió dejar de jugar al romántico enmascarado y entregarle en mano su corazón y el sobre de papel envejecido, manchado de café. Entre confusa y desilusionada, Verónica devolvió sin abrir aquella última carta de amor mientras sus ojos no dejaban de clavarse en el brazo deforme del chico; por eso, aquella tara que hasta ahora nunca le había molestado, comenzó de repente a pesar de forma insoportable. Y entonces comprendió que a veces no hay que ir a la guerra para librar grandes batallas y que el corazón puede ser más frágil que un ala herida y que nunca está preparado para las derrotas del amor.

Por eso, cuando la tarde del viernes catorce de febrero en que se fue al acantilado a probar sus alas, cerró los ojos y se lanzó al vacío, notando cómo su cuerpo se hacía ligero como una pluma, se dijo a sí mismo que había esperado demasiados años a que su ala rota resucitara y cobrase la vida que nunca le llegó. Entonces, puso los brazos en cruz, y a modo de alas los extendió en dirección al sol. Y antes de saltar al vacío repitió aquella primera frase que inspiró todas las cartas a Verónica:

“Cuando acabe la guerra te daré un abrazo, si aún existe el amor y si aún tengo brazos…”

Y entonces notó que la predicción de su abuelo se hacía realidad. Por fin comprendió que podía volar. Y así se despidió de ella y de este mundo para siempre, volando como el pájaro de alas firmes que siempre fue en sus sueños.

(La Dama)
 

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