Atasco de una huida en la garganta

martes, 27 de enero de 2009



El recuerdo lleva en el bolsillo palabras a medias,
partidas desde el corazón hasta la espalda,
drogadas de terremotos y trincheras
con voz de pájaro, éxodo, tragedia.

El borrador de los sueños deambula por la calle,
en un paseo dormido de fríos y oraciones.
Intima con los bares, las sombras y el silencio,
y del interior de su sombrero de copa
se oye el ruido del hombre
detrás de la última vocal desalquilada,
donde la voz de las ciudades
huele siempre a capítulo cerrado.

Y surge de repente, del álbum
donde las bromas del infierno suelen hospedarse,
una noche demasiado frutal,
exagerada de lunas y neones,
de lámparas desfallecidas y gritos muy quedos,
como atajo para llegar a ti, al atasco de una huida
en la garganta, a la parálisis del parto,
al tropiezo con el verso venenoso que te hará cuerpo
y que quizá consiga
que en el sótano de una madrugada insignificante
unos ojos abiertos por casualidad,
te tilden de poema.

(Marian Ramentol Serratosa)

A veces la vida es un imprevisto



A veces te duermes sólo para hablar en sueños, y sueñas para no dormirte cual fruto seco envasado al vacío.

No me importaría volver a compartir contigo crepúsculos y aullidos ; dejar que las olas vuelquen sus cofres de espuma a tres caricias de la playa, dejarnos decir que sí en mitad del vendaval. Porque sólo soy un muchacho al que le late deprisa el corazón, y procuro creer que ningún latido es nunca una bala perdida.

A veces me siento como un esquimal fuera de su iglú mientras te grito a susurro limpio: "ven sin ti para poder pensar que nada era para tanto".

A estas alturas de los rascacielos me descubro haciendo zapping, capitaneando con mano blanda mi perfecto ejército de mandos a distancia, rodeado de cachivaches luminosos y olvidando que tengo el alma en taparrabos. Menos mal que te encontré, después de haber recorrido la selva entera en busca de mi Jane. Estabas a mi lado y sólo tuve que abrir un poco más mi mano para sentirte. Qué cosas.

Y luego está el mar, que nadie sabe qué hace ahí, pero qué bien que esté ahí aunque a veces ahogue, porque el miedo es ancho y el futuro no termina de apaciguar a nadie. El niño pone veleros en el río, y el hombre petroleros en el mar. Sí, aquello era el río, salpicado de remansos tan cómplices de tu ternura. Y esto es un océano desordenado, un puzzle de olas agrietadas no apto para el Robinson patético que me sostiene desde dentro.

Cálmame. Se lo digo al aire, se lo digo al viento, se lo digo a nadie. Cálmame, que hay demasiadas estrellas para tanta soledad.

Déjame pedirte una cosa: sal de la cueva de tus deseos, preparemos un fuego y que vengan los lobos a sacudirse el frío junto a nosotros.

Deberían revisar cada tren de aterrizaje de cada terrible avión de cada moderno aeropuerto del mundo antes de permitir ningún despegue.

He descubierto que un cielo de verano con nubes contorsionistas es el mejor escondite para todas las cosas que no nos atrevemos a pensar. Pero si no lo nombras tú, todo se vuelve imposible, tanto como tratar de imaginar el infinito metido en una gota de agua.

Y si por alguna secreta razón, esa gota de agua brilla en tus ojos haciéndote peligrosamente vulnerable, recuerda, que si rompes las farolas se encienden las estrellas...

(Paco Bello)

No Me Importaría

lunes, 26 de enero de 2009



"No me importaría contar cada gota de lluvia
si tu estuvieras conmigo debajo del paraguas
No me importaría con tal de verte otra vez
viajar a Marte y no volver
lo haria una y otra vez
una y otra vez...

No me importaría que tu cuerpo fuera invisible
y yo tuviera que darle la mano a la brisa para así tenerte
No me importaría me moriria eso si
pero no me importaría morir así

Me gustaría ir descalzo por la vida
si las calles tuvieran el tacto de tu piel
No me importaría sentarme a esperar
en estos bancos de niebla el resto de mis días
aunque no llegue jamás

No me importaría q tu cuerpo fuera invisible
y yo tuviera que darle la mano a la brisa para así tenerte
No me importaría, me moriria eso si
pero no me importaria morir así

No me importaría contar cada gota de lluvia
si tu estuvieras conmigo debajo del paraguas
No me importanría ir descalzo por la vida
si las calles tuvieran el tacto de tu piel"

(Dr. Grillo)

El Sitio de mi Recreo

domingo, 25 de enero de 2009



Donde nos llevó la imaginación,
donde con los ojos cerrados
se divisan infinitos campos.

Donde se creó la primera luz,
germinó la semilla de cielo azul...
Volveré a ese lugar donde nací.

De sol, espiga y deseo
son sus manos en mi pelo.
De nieve, huracán y abismos,
el sitio de mi recreo.

Viento que en su murmullo parece hablar
mueve el mundo con gracia, le ves bailar
y con él, el escenario de mi hogar.
Mar, bandeja de plata, mar infernal
es su temperamento natural,
poco o nada cuesta ser uno más.

De sol, espiga y deseo,
son sus manos en mi pelo,
de nieve, huracán, abismos
el sitio de mi recreo.

Silencio, brisa y cordura
dan aliento a mi locura,
hay nieve, huracán, hay deseos,
ahí donde me recreo.

Donde nos llevó la imaginación...

(Antonio Vega)

La Pregunta


La pregunta
Amor, una pregunta
te ha destrozado.
Yo he regresado a ti
desde la incertidumbre con espinas.
Te quiero recta como
la espada o el camino.
Pero te empeñas
en guardar un recodo
de sombra que no quiero.
Amor mío,
compréndeme,
te quiero toda,
de ojos a pies, a uñas,
por dentro,
toda la claridad, la que guardabas.
Soy yo, amor mío,
quien golpea tu puerta.
No es el fantasma, no es
el que antes se detuvo
en tu ventana.
Yo echo la puerta abajo:
yo entro en toda tu vida:
vengo a vivir en tu alma:
tú no puedes conmigo.
Tienes que abrir puerta a puerta,
tienes que obedecerme,
tienes que abrir los ojos
para que busque en ellos,
tienes que ver cómo ando
con pasos pesados
por todos los caminos
que, ciegos, me esperaban.
No me temas,
soy tuyo,
pero
no soy el pasajero ni el mendigo,
soy tu dueño,
el que tú esperabas,
y ahora entro
en tu vida,
para no salir más,
amor, amor, amor,
para quedarme.

(Pablo Neruda)

En el Espejo

sábado, 24 de enero de 2009



No me busques detrás de la camisa,
el orín del azogue borda un fleco
circunflejo en mis cejas, gesto hueco
de mal actor que ensaya una sonrisa.

No encuentro a Dorian Gray, ni a Monna Lisa,
ni a Peter Pan, en la caricatura
que exhibe ante el jurado la impostura
de un look atropellado por la prisa.

Más lejos cada vez de los de afuera,
boquerón de secano en la frontera
que separa lo urgente de lo añejo,

a Sísifo ganarle la carrera
sigo intentando, mientras un cangrejo,
con una roca, en el espejo espera.

(Joaquin Sabina)

Algún Día




Algún día te escribiré un poema
que no mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.

Algún día te escribiré un poema sin pájaros,
sin fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.

Algún día te escribiré un poema que se limite
a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas;
algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.

(Darío Jaramillo Agudelo)

Canción Agradecida

viernes, 23 de enero de 2009



Gracias, si hiciste que lloviera
en el último instante de este día,
pues, por ser una lluvia triste y fría,
hubo un rayo de sol sobre una hoguera.


Gracias, si tu designio era
que lloviera del modo que llovía,
para ofrecerme en una flor tardía
todo el perfume de la primavera.


Gracias, si no la merecía;
Gracias, aunque la mereciera;
gracias también por la melancolía
que llueve dentro cuando escampa afuera,
y haz que vuelva a llover de esa manera,
como llueve en mi alma todavía.


( J. Angel Buesa )

Nota: Para Hechizada y para Sobalange,
que comparten conmigo el gusto por Buesa

Mis Prisiones

martes, 20 de enero de 2009



Sentirse solo en medio de la vida
casi es reinar, pero sentirse solo
en medio del olvido, en el oscuro
campo de un corazón, es estar preso,
sin que siquiera una avecilla trine
para darme noticias de la aurora.

Y el estar preso en varios corazones,
sin alcanzar conciencia de cuál sea
la verdadera cárcel de mi alma,
ser el centro de opuestas voluntades,
si no es morir, es envidiar la muerte.

(Manuel Altolaguirre)

Valium 10

sábado, 17 de enero de 2009



A veces (y no trates

de restarle importancia

diciendo que no ocurre con frecuencia)

se te quiebra la vara con que mides,

se te extravía la brújula

y ya no entiendes nada.




El día se convierte en una sucesión

de hechos incoherentes, de funciones

que vas desempeñando por inercia y por hábito.



Y lo vives. Y dictas el oficio

a quienes corresponde. Y das la clase

lo mismo a los alumnos inscritos que al oyente.

Y en la noche redactas el texto que la imprenta

devorará mañana.

Y vigilas (oh, sólo por encima)

la marcha de la casa, la perfecta

coordinación de múltiples programas

—porque el hijo mayor ya viste de etiqueta

para ir de chambelán a un baile de quince años

y el menor quiere ser futbolista y el de en medio

tiene un póster del Che junto a su tocadiscos.



Y repasas las cuentas del gasto y reflexionas,

junto a la cocinera, sobre el costo

de la vida y el ars magna combinatoria

del que surge el menú posible y cotidiano.



Y aún tienes voluntad para desmaquillarte

y ponerte la crema nutritiva y aún leer

algunas líneas antes de consumir la lámpara.



Y ya en la oscuridad, en el umbral del sueño,

echas de menos lo que se ha perdido:

el diamante de más precio, la carta

de marear, el libro

con cien preguntas básicas (y sus correspondientes

respuestas) para un diálogo

elemental siquiera con la Esfinge.



Y tienes la penosa sensación

de que en el crucigrama se deslizó una errata

que lo hace irresoluble.



Y deletreas el nombre del Caos. Y no puedes

dormir si no destapas

el frasco de pastillas y si no tragas una

en la que se condensa,

químicamente pura, la ordenación del mundo.

(Rosario Castellanos)

Desamor


Me vio como se mira al través de un cristal

o del aire

o de nada.


Y entonces supe: yo no estaba allí

ni en ninguna otra parte

ni había estado nunca ni estaría.


Y fui como el que muere en la epidemia,

sin identificar, y es arrojado

a la fosa común.


(Rosario Castellanos)

Entresuelo



Un ropero, un espejo, una silla,
ninguna estrella, mi cuarto, una ventana,
la noche como siempre, y yo sin hambre,
con un chicle y un sueño, una esperanza.
Hay muchos hombres fuera, en todas partes,
y más allá la niebla, la mañana.
Hay árboles helados, tierra seca,
peces fijos idénticos al agua,
nidos durmiendo bajo tibias palomas.
Aquí, no hay mujer. Me falta.
Mi corazón desde hace días quiere hincarse
bajo alguna caricia, una palabra.
Es áspera la noche. Contra muros, la sombra
lenta como los muertos, se arrastra.
Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua.
Su piel sobre mis huesos
y mis ojos dentro de su mirada.
Nos hemos muerto muchas veces
al pie del alba.
Recuerdo que recuerdo su nombre,
sus labios, su transparente falda.
Tiene los pechos dulces, y de un lugar
a otro de su cuerpo hay una gran distancia:
de pezón a pezón cien labios y una hora,
de pupila a pupila un corazón, dos lágrimas.
Yo la quiero hasta el fondo de todos los abismos,
hasta el último vuelo de la última ala,
cuando la carne toda no sea carne, ni el alma
sea alma.
Es preciso querer. Yo ya lo sé. La quiero.
¡Es tan dura, tan tibia, tan clara!
Esta noche me falta.
Sube un violín desde la calle hasta mi cama.
Ayer miré dos niños que ante un escaparate
de maniquíes desnudos se peinaban.
El silbato del tren me preocupó tres años,
hoy sé que es una máquina.
Ningún adiós mejor que el de todos los días
a cada cosa, en cada instante, alta
la sangre iluminada.
Desamparada sangre, noche blanda,
tabaco del insomnio, triste cama.
Yo me voy a otra parte.
Y me llevo mi mano, que tanto escribe y habla.

(Jaime Sabines)

Amor Oscuro



Si para ti fui sombra
cuando cubrí tu cuerpo,
si cuando te besaba
mis ojos eran ciegos,
sigamos siendo noche,
como la noche inmensos,
con nuestro amor oscuro,
sin límites, eterno…
Porque a la luz del día
nuestro amor es pequeño.

(Manuel Altolaguirre)

Días de Heliotropo

jueves, 15 de enero de 2009



Habito aquí, estatua de sal, telar de piedra
dando textura a conjuros y movimiento a mis pasos
desde las paredes que son frontera lejana de mi mundo
que se encogen o huyen a capricho.
Intentando incendiar el breve espacio del oído
y cabalgando la piel hasta sangrarla.

Deslizo los dedos sobre los corazones abatidos
abro lentamente y hurgo el rojo espacio
tomando sus secretos para volverlos ventana de luz
a las miradas

Ordeno las esencias en mundanas densidades
las guardo en el armario del capricho
señalo los días con aromas de heliotropo
y construyo vigilias bajo la sombra de los pinos.
Soy la relatora de los días no venidos.
La que marca la ruta cuando el sol desciende.
La que pinta de plúmbago la antesala nocturna.
La que incrusta de estrellas la corteza del cielo.
La que recoge liras de polvorientos llanos

y entre biselados prismas la muerte esconde.

(Mª Eugenia Rodríguez Gaitán)

Éste es un amor

domingo, 11 de enero de 2009



Éste es un amor que tuvo su origen
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quería nacer y hacerse fruto.

Un amor bien nacido en ese mar de sus ojos,
un amor que tiene a su voz como ángel y bandera,
un amor que huele a aire y a nardos y a cuerpo húmedo,
un amor que no tiene remedio, ni salvación,
ni vida, ni muerte, ni siquiera una pequeña agonía.

Éste es un amor rodeado de jardines y de luces
y de la nieve de una montaña de febrero
y del ansia que uno respira bajo el crepúsculo de San Ángel
y de todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe
por qué llega el amor y luego las manos
—esas terribles manos delgadas como el pensamiento—
se entrelazan y un suave sudor de —otra vez— miedo,
brilla como las perlas abandonadas
y sigue brillando aun cuando el beso, los besos,
los miles y millones de besos se parecen al fuego
y se parecen a la derrota y al triunfo
y a todo lo que parece poesía —y es poesía.

Ésta es la historia de un amor con oscuros y tiernos orígenes:
vino como unas alas de paloma y la paloma no tenía ojos
y nosotros nos veíamos a lo largo de los ríos
y a lo ancho de los países
y las distancias eran como inmensos océanos
y tan breves como una sonrisa sin luz
y sin embargo ella me tendía la mano y yo tocaba su piel llena de gracia
y me sumergía en sus ojos en llamas
y me moría a su lado y respiraba como un árbol despedazado
y entonces me olvidaba de mi nombre
y del maldito nombre de las cosas y de las flores
y quería gritar y gritarle al oído que la amaba
y que yo ya no tenía corazón para amarla
sino tan sólo una inquietud del tamaño del cielo
y tan pequeña como la tierra que cabe en la palma de la mano.
Y yo veía que todo estaba en sus ojos —otra vez ese mar—
ese mal, esa peligrosa bondad,
ese crimen, ese profundo espíritu que todo lo sabe
y que ya ha adivinado que estoy con el amor hasta los hombros,
hasta el alma y hasta los mustios labios.
Ya lo saben sus ojos y ya lo sabe el espléndido metal de sus muslos,
ya lo saben las fotografías y las calles
y ya lo saben las palabras —y las palabras y las calles y las fotografías
ya saben que lo saben y que ella y yo lo sabemos
y que hemos de morirnos toda la vida para no rompernos el alma
y no llorar de amor.

(Efraín Huerta)

Últimamente

sábado, 10 de enero de 2009



Últimamente ando algo perdido,
me han vencido viejos fantasmas,
nuevas rutinas.

Y en cada esquina acecha un ratero
para robarme las alhajas, los recuerdos,
las felicidades.

De un tiempo a esta parte
llego siempre tarde
a todas mis citas.

Y la vida me parece una fiesta
a la que nadie
se ha molestado en invitarme.

De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto, no amarte,
no amarte.

Últimamente ando desconcertado,
así que ponte a salvo, porque en este estado
ando como loco.

Y me enamoro de mujeres comprometidas,
llenas de abrazos,
llenas de mentiras.

De un tiempo a esta parte, a mi amor propio algo le falta,
lo has dejado unos puntos
por debajo del de Kafka.

Y la vida me parece una fiesta
a la que nadie
se ha molestado en invitarme.

De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto, no amarte,
no amarte.

Últimamente planeo una huida
para rehacer mi vida,
probablemente en Marte.

Seguro que allí no hay nadie empeñado en aconsejarme:
"Ismael, ¿qué te pasa?
No estudias, no trabajas".

Y qué vamos a hacerle,
si es que últimamente ando algo perdido,
si te necesito.

Si de un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto, no amarte,
no amarte.

Han de venir tiempos mejores,
cometeré más errores, daré menos explicaciones,
y haré nuevas canciones

en las que te cuente cómo, últimamente,
son tan frecuentes tristes amaneceres
ahogando mis finales,

repetidos, cansados,
miserables,
llenos de soledades.

De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto, no amarte,
no amarte.

(Ismael Serrano)

Estrella en alto

viernes, 9 de enero de 2009



En el taller del alma maduran los deseos,
crece, fresca y lozana, la ternura,
imitando tu sombra,
inventando tu ausencia
tan honda y sostenida.

Hoy te sueño,
amante:
estrella en alto, huella
de una violeta lenta.

Oscuramente bella la soledad germina en torno de mi cuerpo.
Hoy te sueño, amante:
jugamos a la brisa y al frío.
Tu nombre suena como tibia pureza inimitable.

Y del cielo a la tierra,
de aquella estrella en alto al dulce ruido de tu pecho,
bajan con inefable rapidez
y como espuma roja
apresurados besos,
recios besos,
crueles besos de hielo en mi memoria.

Un grito de agonía, una blasfemia
vuelve grises tus senos,
y mi sueño,
y esa noble fragancia de tu sexo.
¿Qué esperamos, hermana,
de esta reciente aurora
que nos fatiga tanto?
Mira la estrella,
es blanca, no es azul.
Mírala, y que tus ojos perduren como rosas perfectas.

(Efraín Huerta)

Amé su cuerpo entonces

jueves, 8 de enero de 2009



Amé su cuerpo entonces y su alma.
Su piel fue para mí la tierra firme;
la soñé como un sexto continente
no registrado en mapas todavía.
Soñé con la bahía de su boca.
Su pelo era una selva virgen
que abría su misterio mineral y oscuro.
Soñé con las ciudades de sus pechos.
Los ríos de las venas que afloran en su piel
eran rutas abiertas
a la navegación y al gozo.
Se podía viajar en su mirada.
En las blancas llanuras de sus manos
yo cultivé el maíz y buenas relaciones.
Después no pude estar sino en su cercanía.

(Otto Raúl González)

Como una lenta piedra



La noche y sus lamentos
El rumor sordo de su respiración
No sé qué sangre fluye bajo el piso de la ciudad

Una imagen de mí como una lenta piedra
llega de las finales marejadas del día
de las horas quemadas por el sol
Viene del horizonte
De la línea dolida de la sombra
De las cenizas recientes del pasado
Del fondo de esta noche sin fronteras
En estos días he visto tantas cosas de mí
Me he aprendido en tu voz
En el atrevimiento de tus manos
En tu cuerpo arrojado al reposo después de la tormenta
reflejándome oyéndome

Te recuerdo de pie frente al espejo
tocada apenas por la luz
Llenos de ti mis ojos
Mis manos insaciables
El húmedo cabello derramado en el lecho
Tus hombros salpicados por la sombra
La lengua de la luz en tus caderas blancas

Al fino talle prendo garras dulces
Mis brazos de hacen alas y te envuelven
Hundo sobre la alfombra cascos de minotauro
Embisto
Rasgo
Aúllo
Me despeño

Soy agua derramada sobre ti
Soy la más tibia lengua
El río más tierno
Agua.
(Efraín Bartolomé)

Reencuentros y peces tropicales



Hay tantas cosas en el silencio…A veces hace más daño aquello que nunca se dice…
Siempre he pensado que lo peor que puedes contestar a un “te quiero”, es un “gracias”.
Ayer volví a ver, después de cinco meses, a Amor nº 10. Apenas hablamos un instante en un encuentro ¿casual?-la vida tiene estos pequeños guiños de ironía-. Justo lo suficiente para que me regalara un “cuídate mucho, sabes que te quiero.”Seguido de un beso en la mejilla, que extrañamente no me resultó hueco, como en otras ocasiones.
Amor nº 10 desencadenó dolores de cabeza durante dos años en mi vida y las réplicas de su seísmo han ocupado mis pesadillas hasta hace poco tiempo. Es lo que tiene entregar el corazón cuando te enamoras de verdad, que cuando te lo devuelven está malherido y lleno de costurones… Y siempre que regalas ese corazón, el único que tienes,hay una parte que nunca recuperas porque se queda con el otro.
-“No trates de despertar al dragón dormido que hay en ti. Podría enfurecerse y quemarte por dentro…”-me ha dicho El-pez-que comparte-pecera-conmigo, conocedor de mi más íntima biografía.
Aunque hay un abismo entre mi pez tropical y yo, nuestras historias encajan como piezas de un puzzle mágico. Él quiere hacerme feliz en todo momento y yo me dejo regalar palabras y estrellas en tiempo de goteras cardíacas. Mi pez es muy humano y extremadamente sensible. Si esto fuese un cuento de hadas, él sería la princesa del guisante.
Después me ha hecho reír y me ha dado un abrazo de oso. No hay nada más relajante que las burbujas de la risa y nada más confortable que los abrazos de un pez tropical

(La Dama)

La estrella



Labios como el sabor del viento en el invierno,
dientes jóvenes de luna consentida en la llama
del abrazo.
Se endurecía la noche en tu garganta.
Espacio duro de tus senos. Amarilla y quemada,
la inesperada sombra de tus piernas
en las alas de los pájaros
cuando tus dedos en un juego de látigos
hendían prisas de frío.
Que nos perdonen las sábanas lunares de los árboles
y el sueño arrebatado a las estatuas,
y el agua estremecida con la caída
del deseo. Tenías los ojos limpios, Andrea.
La estrella de tu frente como herida de vino,
enferma, detenida en mi boca.
Había un mundo de silencio en tu cuerpo,
como si la muerte se hubiera mirado en un espejo
o varias rosas en agonía hubieran imaginado
un paraíso de nieve o de cristales.

(Ahí perdura solamente lo desconocido
que nuestros labios apagaron.
El recuerdo es materia de belleza poseída y escrita
en páginas en las que un poco de amor pasó rozando.
Como el recuerdo gritarían las cabelleras
mojadas en acuarelas de angustia.
Así serían las voces de os aires helados fundiéndose
en las aristas de una montaña de bronce.)

Te corría por la espalda una gota de sangre
de mis venas. La noche, con la niebla
y el silencio en medio de los senos, nos veía y
procuraba
cambiar su propia ruta.
Que nos perdonen las mismas pinceladas de la aurora.

Exprimidas las horas como cerezas en nuestros labios,
apenas un instante de tus hombros
se deslizó en mi sueño.

(Efraín Huerta)

El Universo está vacío



El universo está vacío
sólo yo lo habito como un fantasma
con una cola interminable de inseguridades

Se extinguieron los amaneceres
y cuando alcanzo a ver el sol
ya está caliente
He olvidado los sabores
de la risa
de la fe
El año tiene una sola estación
tan fría y desolada que provoca miedo
Yo insisto en alejarlo
con una taza de café que no bebo
un libro que ignoro

El universo está vacío
yo lo habito
a veces

(Lídice Alemán)

Elegía



Ahora te soñé, así como eras: sin deslices en la voz,
con inmóviles sombras en los brazos
y tus genitales segundos de estatua.
Así como eres todavía: copiándote a ti misma,
cuando no eres ya sino la espuma de tu propia vida.

Bien te sentí en mi sueño como verso divinizado.
Mi tristeza no cabía en el fondo de mi dolor
y fue a manchar la noche de violeta.

El propio ruido de tus piernas habría despertado
los estanques, los recuerdos que a veces olvidamos
en los huecos de los jardines,
las horas que nunca fueron más allá
de donde hoy se desangran segundo por segundo,
el silencio de muchas ventanas,
antiguos y pulidos razonamientos, montañas de destinos.

De un seno tuyo al otro sollozaba un poco de ternura.

Anoche te soñé y no puedo decirte mañana mi secreto
-porque el amor es un magnífico manzano
con frutos de metal envueltos en piel de inteligencia,
con hojas que recuerdan gravemente el futuro
y raíces como brazos sumidos en una nieve de santidad-,
la misma ruta de mis dedos no podría encontrarte
ahí donde te guardas tan perfecta.
Yo no sabría elegir sino violentamente mi presencia:
te llenaría de asombro; acaso tu memoria no me crea.
Mi fatiga te gritaría un absoluto amor.
Por el cristal de aumento de la luna
la sonrisa de Dios estallaría.

(Efraín Huerta)

Espejo




Miré a la dulce niña del pasado
con piel ansiosa y con el ojo puro,
dibujando su forma contra el muro
donde el amor la había equivocado.

Era yo misma…cuerpo ya olvidado,
gesto de ayer y corazón seguro;
simple inocencia en el afán oscuro
y secreto del canto inaugurado.

Estaba allí, casual y sensitiva,
dueña del dardo y la manzana viva
en trémula quietud y extraño aliento.

Toqué su falda de vergel y danza,
entré en el corazón de la esperanza,
y recogí el engaño del momento.

(Claudia Lars)

Esa sonrisa




Si de un vuelo la esencia iluminase
esta celda que a tientas desconozco,
si de un frágil destello, de una brisa
juvenil o poema, en breves pétalos,
descendiese tu vida; si a mi vida

una virtud le diera buena suerte,
expresaría el poema, la bondad
de tu sereno gesto al apoyarse
tus alas, tu sonrisa y tu belleza
en el clavel de fiebre de mi alma.

Pues tu sonrisa leve manifiesta
una resuelta forma de animar,
de dar ágiles signos, no al sollozo
en que todo se pierde, sino al beso
de impecable factura, de dominio.

Si la sonrisa es nido, el beso es sueño
de virginal angustia y melodía.
Si un día tus pies besé desesperado,
fue tan solo por darme la delicia
de alzar los ojos y mirar al cielo.

Al cielo de tus ojos y tu frente,
al inquietante cielo donde vuelos
de pensamientos gimen, donde una
y otra vez me dedico a descubrir
la desolada nube de mi amor.

Es mejor hablar claro y no decir
que se siente la angustia por sistema.
Es mejor que te diga: No me olvides,
y si me olvidas dame, de tu boca
la fría miseria del final, la muerte.

Pero nada dirás, lo estoy sabiendo,
cuando en dulces instantes como flores,
vienes de nuevo a mí, y en tu sonrisa
aprendo la lección definitiva:
el alba temblorosa de tu boca.

(Efraín Huerta)

Tu boca



Yo hacía una divina labor, sobre la roca
creciente del orgullo. De la vida lejana
algún pétalo vivo voló en la mañana,
algún beso en la noche. Tenaz como una loca,

seguía mi divina labor sobre la roca,
cuando tu voz que funde como sacra campana
en la nota celeste la vibración humana,
tendió su lazo de oro al borde de tu boca;

-¡Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo…-
Labor, labor gloriosa, dolorosa y liviana;

tela donde mi espíritu se fue tramando él mismo
tú quedas en la testa soberbia de la roca,
y yo caigo sin fin en el sangriento abismo!

(Delmira Agostini)

Acuérdate de Mí



¡Oh! cuánto tiempo silenciosa el alma
mira en redor su soledad que aumenta
como un péndulo inmovil: ya no cuenta
las horas que se van!
No siente los minutos cadenciosos
a golpe igual del corazón que adora
aspirando la magia embriagadora
de tu amoroso afán.

Ya no late, ni siente, ni aún respira
petrificada el alma allá en lo interno;
tu cifra en mármol con buril eterno
queda grabada en mí!
Ni hay queja al labio ni a los ojos llanto,
muerto para el amor y la ventura
esta en tu corazón mi sepultura
y el cadáver aquí!

En este corazón ya enmudecido
cual la ruina de un templo silencioso,
vacío, abandonado, pavoroso
sin luz y sin rumor;
Embalsamadas ondas de armonía
elevábanse a un tiempo en sus altares;
y vibraban melódicos cantares
los ecos de tu amor.

Parece ayer! ...De nuestros labios mudos
el suspiro de ¡"Adiós" volaba al cielo,
y escondías la faz en tu pañuelo
para mejor llorar!
Hoy... nos apartan los profundos senos
de dos inmensidades que has querido,
y es más triste y más hondo el de tu olvido
que el abismo del mar!

Pero, ¿qué es este mar? ¿qué es el espacio,
qué la distancia, ni los altos montes?
Ni qué son esos turbios horizontes
que mira desde aquí;
si al través del espacio de las cumbres,
de ese ancho mar y de ese firmamento,
vuela por el azul mi pensamiento
y vive junto a tí:

Si yo tus alas invisibles veo,
te llevo dentro del alma estás conmigo,
tu sombra soy y donde vas te sigo
por tus huellas en pos!
Y en vano intentan que mi nombre olvides;
nacieron, nuestras almas enlazadas,
y en el mismo crisol purificadas
por la mano de Dios.

Tú eres la misma aún;
cual otros días suspéndense tus brazos de mi cuello;
veo tu rostro apasionado y bello
mirarme y sonreír;
aspiro de tus labios el aliento
como el perfume de claveles rojos,
y brilla siempre en tus azules ojos
mi sol, ¡mi porvenir!

Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido;
mi nombre está en la atmósfera, en la brisa,
y ocultas a través de tu sonrisa
lágrimas de dolor; pues mi recuerdo tu memoria asalta,
y a pesar tuyo por mi amor suspiras,
y hasta el ambiente mismo que respiras
te repite ¡mi amor!

¡Oh! cuando vea en la desierta playa,
con mi tristeza y mi dolor a solas,
el vaivén incesante de las olas,
me acordaré de tí;
Cuando veas que una ave solitaria
cruza el espacio en moribundo vuelo,
buscando un nido entre el mar y el cielo,
¡Acuérdate de mí!
(Carlos Augusto Salaverry )

El Espejo de Agua



Mi espejo, corriente por las noches,
Se hace arroyo y se aleja de mi cuarto.

Mi espejo, más profundo que el orbe
Donde todos los cisnes se ahogaron.

Es un estanque verde en la muralla
Y en medio duerme tu desnudez anclada.

Sobre sus olas, bajo cielos sonámbulos,
Mis ensueños se alejan como barcos.

De pie en la popa siempre me veréis cantando.
Una rosa secreta se hincha en mi pecho
Y un ruiseñor ebrio aletea en mi dedo.

(Vicente Huidobro)

Naturaleza Muerta

miércoles, 7 de enero de 2009




No ha salido el sol
y Ana y Miguel
ya prenden llama.

Ella sobre él,
hombre y mujer
deshacen la cama.

Y el mar que está loco por Ana
prefiere no mirar.
Los celos no perdonan
al agua, ni a las algas, ni a la sal.

Al amanecer
ya está Miguel
sobre su barca.

Dame un beso amor,
y espera quieta
junto a la playa.

Y el mar murmura en su lenguaje:
-¡Maldito pescador!
Despídete de ella,
no quiero compartir su corazón-.

Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Dicen en la aldea
que esa roca blanca es Ana.
Cubierta de sal y de coral
espera en la playa.

No esperes más niña de piedra.
Miguel no va a volver.
El mar le tiene preso
por no querer cederle a una mujer.

Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Incluso hay gente que asegura
que cuando hay tempestad,
las olas las provoca
Miguel luchando a muerte con el mar.

Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Y llorar, y llorar y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar sobre el mar.

(Mecano)

Lluvia bajo el signo de Venus

domingo, 4 de enero de 2009



Es nocivo para la salud nacer bajo el signo de Venus.
El Amor es como una epidemia donde no valen los profilácticos. Aunque trates de inmunizarte, siempre te coge desprevenida y te ataca directo donde más duele: en el corazón. Es una lluvia infinita en la que no sirven los paraguas.
En ocasiones, no hace daño quien más miente, sino quien sólo cuenta verdades a medias.
Hoy llueve en la calle y mi paraguas rojo tiene goteras.
Siento un frío extraño que cala mis huesos. Debe de ser el viento que se me ha colado por el enorme vacío que tengo en el estómago.
La lluvia se va pero siempre vuelve en Abril.
Estoy confusa.
Mi paraguas rojo se ha roto y no sé qué hacer para arreglarlo…
(La Dama)
 

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