7 Razones por las que no tengo novia

miércoles, 20 de febrero de 2013


 
Siete razones por las que no tengo pelada.

Es muy poco común que me enamore. Tal vez por eso cuando lo hago; es con mucha pasión y locura.

Después de estar un tiempo solo, decidí hacer una lista del porqué sigo solo. En total hallé siete razones; cada una relacionada con otra y aún así, después de todo, me di cuenta de que no entiendo por qué pasan las cosas.

Sería bueno que alguien me explicara y por eso escribo esta carta.

1.- Lo más claro que recuerdo, es la última chica que me interesó y es basándome en ella que saque mis conclusiones. La frase que viene a mi mente en cuanto pienso en la chica es. “Sí. En vrdad io tmbn t kiero y kiero star contigo. Tú eres la única prsona q m mira komo d vrdad soy y q siempre m kiso. ” Sí... En caso de duda, ella HABLA también así. Imaginen como. Desde aquella escena en la que estuvimos los dos; no volvimos a hablar. En parte, porque a mi manera descubrí varios secretos que ella tenía, con la simple técnica, de jugar con su mente... Es un capricho que tengo.

Así saqué dos de las razones que aquí enumero.

Primera Razón: Pongo mucha atención a las personas que quiero.

La otra irá más adelante.

2.- En cierta ocasión yo el dije: “Nunca sé como piensas y la verdad es que aquella característica tuya es la que más me atrae.” Eso fue algo que solía decirle constantemente. En verdad la conozco, pero es muy común que haga cosas que no puedo explicar. Con esa frase quería hacerle saber que entendí la diferencia entre “conocer” y “entender” a alguien. Poco antes de que dejáramos de hablar. Usó esa frase en mi contra.

Segunda Razón: Tiendo a siempre decir lo que pienso o siento; esperando que los demás hagan lo mismo. Nunca sale como yo espero.

3.- Ahora viene el asunto de salir juntos. La primera vez que la invité a tomar un helado. Aceptó gustosa con una sonrisa de oreja a oreja. Dos días antes de nuestra cita, hablamos y dijo: “Sabs q no puedo; tngo q hacr algo cn mi pa.” El asunto paso... después de que me sintiera como basura durante una semana.

En otra ocasión la invité a dar un paseo. Canceló en el día de la cita. Yo había tenido que escaparme de muchos otros planes que ya tenía... y ella cancela... No recuerdo la excusa; pero sí arruinó mi día.

Finalmente fue ella quien me invitó a salir. Me pidió que fuéramos a comer algo juntos. Al contrario de otras veces, en esta, no cambié ninguno de los planes que ya tenía, ni pensé en lo que haríamos.

Cuando llamó a mi celular, diez minutos antes de nuestro encuentro, yo estaba al otro lado de la ciudad, en medio de un juego de DotA. Tomé el teléfono y contesté con aire despreocupado. “Hola.” Ella empezó dudosa y con voz baja como era su costumbre. “Hola... komo stas... Sabs q yo...” No oí el resto de su charla, pues justo en el momento, gritaron a mi oído: “¡Ve Manuel; movete jugando!” Sonreí instintivamente mientras decía para el celular. “Está bien. Nos vemos el lunes.” Hasta ahora no tengo idea de lo que me dijo en aquella ocasión pero al menos saqué otra razón.

Tercera Razón: No pongo suficiente atención cuando pierdo la paciencia.

4.- Antes de que todo este jugueteo de citas con ella comenzara. Dijo que quería estar conmigo. Sentía algo por ella, pero en verdad no estaba interesado. Se lo dejé saber y ella me respondió con: “Así q esas tnemos. ¿q quieres, q t conquiste? No hay problema. Io lo hago.”
Sin que ella lo supiera, sólo con amenazarme de esa manera ya lo había logrado. Tiempo incluso antes de que todo este problema se desatara, yo ya había sentido algo por ella. No sé si lo sabía, pero lo que me dijo hizo que recordara ese viejo amor.

Al día siguiente, le dejé saber que había triunfado en su campaña. Le dije lo que sentía y ella respondió: “Creo q s mjor q speremos hasta sexto. Primero kiero lograr ntenderte y sabr qué es lo q piensas. Speremos hasta sexto, ¿sí?” Algo de eso sonaba curiosamente igual a lo que yo solía decirle. Eso me llevó a otra conclusión.

Cuarta Razón: Siempre termino diciendo cosas que pueden ser usadas en mi contra.

5.- Todo martes y jueves tengo entrenamiento después de clases. Está chica de la que hablo, también entrenaba, aunque un deporte diferente. Lo hacía los mismos días a la misma hora que yo.
Algunas veces, de puro capricho, le pedí que hiciéramos algo juntos en lugar de entrenar. Lo hacía con cierto aire de complicidad, pero siempre que YO se lo pedía, tenía una competencia cerca. Curiosamente, eso no pasaba cuando ella se lo ofrecía a alguien más. Aquello me dio otra pista.

Quinta Razón: No sé suficiente sobre las cosas que hace.

Un día, al poco tiempo después del incidente descrito arriba, ella me dijo: “Sabs q... M gusta la idea d 'escaparnos' dl entrenamiento y hacer algo cntigo. Hagámoslo.”

Esta vez; yo tenía una competencia cerca. Siguiente pista.

Sexta Razón: No sé ordenar mis prioridades.

7.- Aquí viene de nuevo, lo que mencioné al principio de esta carta. Cuando ella me dijo: “Sí. En vrdad io tmbn t kiero y kiero star contigo. Tú eres la única prsona q m mira komo d vrdad soy y q siempre m kiso.”Pasé todo un día emocionado e inquieto; pensando en ella, sin embargo, en mi cabeza quedaban varias lecciones pasadas; había aprendido que siempre se retractaba cuando estaba punto de pasar algo bueno ente nosotros; y en el caso de ser novios... Era algo que también había fallado en un par de ocasiones... No quería aceptar la idea de que fuera a pasar de nuevo, pero tampoco quería salir lastimado como siempre.

Siempre terminaba en un miserable y tortuoso período de ansia y espera entre el momento en que hablaba con ella y me llenaba la cabeza de maripositas, hasta el día en que, semanas más tarde, todo se iba al caño, cuando ella lo elegía.

En este caso, decidí que al menos quería evitar esa tortura.

Decidí que no mantendría aquel asunto en mi cabeza por más de 24 horas. Al día inmediatamente siguiente, la aborde. Ella tenía la actitud de siempre: elusiva y fingiendo hacerse la desentendida.

Me resultaba curiosamente familiar.

Logré estar a solas con ella por más de dos minutos. Una gran hazaña conociéndola.

Ella quiso hacer una conversación casual.

Yo no.

Sabía como pasaban las cosas con ella. Lo odiaba.

Le dije que quería aclararlo todo. Que no soportaba más.

Intentó desviarse. No hablar de aquello.

No sabía por qué.

Le hice una pregunta directa. Logró ladearla con maña.

“No quiero que seamos sólo amigos Andrea. No quiero seguir con este juego tuyo.” Le dije perdiendo la calma. Su mirada se puso en blanco en cuanto me escuchó. “Sé que en dos semanas vas a venir y me vas a decir, como las veces anteriores; que tienes pelado.”

¡TENGO PELADO! Chilló interrumpiéndome.

Sentí una presión el el pecho... Apenas y recuerdo lo siguiente que dije.

Era mi estupidez, por haber caído en su juego, lo que me dolía más. Era más fuerte incluso, que el dolor que sentía por lo que acababa de decirme.

Ella profirió en voz baja: “Discúlpame... Hay alguien muy importante abajo.”

Se retiró hacia unas gradas cercanas.

Eso me dio la pauta para la última conclusión.

Séptima Razón: No tengo pelada porque no tengo paciencia; de otra manera; hubiera “esperado a sexto” como ella quería, para que su novio se graduara. Algo en lo que pensé después.

Es así termino esta carta Sr. Don Honestic. Necesito su ayuda. Necesito que busque en los rincones más alejados de la razón, una explicación para la conducta de esta niña, pues no importa cuantas vueltas le dé, no entiendo la ambigua conducta... de mi extraña... ex-amiga.

Y le juro que no tengo tiempo, pues por como van las cosas, no me queda duda de que pronto caeré en otro de sus juegos. Por favor... líbreme de aquella desgracia y deme una cura para estos siete males, que me alejan de ser feliz.

Siempre suyo.

Un tipo que no tiene pelada y al que talvez pueda aclararle el porqué.
 
(Joshua Aguayo)

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