El Trauco

viernes, 22 de octubre de 2010



- Es el hombre de mi vida –me dijo contundente.
Yo no creo en las personas para toda la vida, porque en este mundo no existen las certezas; pero no podía mantenerme impávida ante la contundencia luminosa de una de mis mejores amigas, y pregunté con genuino interés.
- ¿Y eso por qué?
- Recoge las pilas malas y las deja donde no contaminan.
¡Diablos! Me desconcertó. Una esperaría que alguien que se declara enamorada le encuentre el cometa Halley en los ojos, que su boca le recuerde el Mediterráneo, que su pecho desnudo le sugiera la imagen de una playa centroamericana, que sus manos le suelten los huracanes… Cualquiera de esas cosas, pero no se espera que ser rastrillo de pilas botadas por el mundo sea suficiente para que la mantenga a mil kilómetros del lugar donde yo necesito a mi amiga, a la que me mira y me sabe centímetro a centímetro, incluida el alma y la tormenta.
Aunque tiene sentido después de todo. Si caminas a su lado (además de ir recogiendo pilas de todos los tamaños) va ordenando las cosas. Entrar con ella a un Supermercado es una prueba de la flexibilidad y la rapidez: irá devolviendo los tarros al lugar que le corresponden, volverá a dejar la mantequilla que encontró entre medio de las virutillas y las ceras al lugar de los refrigerados, ordenará los carteles mal puestos y los precios chuecos en los visores, y todo mientras te habla de este mundo y el otro. Cuando recorre mis dominios domésticos, yo voy prendiendo luces, y ella va detrás apagándolas. Y si das una mirada rápida verás que ordenó mis collares por color y porte, sin que te alcanzaras a dar cuenta de cuándo fue eso.
- ¿Y cómo lo conociste? –le digo.
- En un bus, me senté a su lado. A mí me gustó la voz, después lo miré. Pero lo miré cuando ya me gustaba.
Este tipo de diálogos es el que me convence que es mía. No podía ser de otra manera. ¿Que una debe enamorarse de hombres que te cortejan? ¿Que una debe enamorarse después de un test de compatibilidad, de conocerle la carta astral y saber qué diente le salió primero? Eso quedará para las que van por la vida prendidas del cuerpo y la juventud, de las profesiones, de los happy hour y los trajes de satín con cuello mao. Nosotras, las otras, nos enamoramos de la ortografía, de la irreverencia, de la genialidad, de la voz o de un dibujo literario perfecto que nos pusieron en la mente. Nos deslumbran. Nos enamoramos del que se resiste o del que se rinde sin cláusulas, de los dañados que ya no confían o de los cándidos que van por la vida confiando todas las veces, del que invadimos o del que nos coloniza… Con la única condición que nos ame tan total, tan íntegra, tan brutal y tan inteligentemente, como somos capaces de amar nosotras.
- ¿Y cómo se llama?
- Manuel.
Pues ¿qué hacerle? Manuel, bienvenido a mi vida… (Yo sabía que en Chiloé habían Traucos).

(Milita Babilónica)

Deseo



Te seguiré hasta el final te buscaré en todas partes
bajo la luz y la sombra en los dibujos del aire
te seguiré hasta el final te pediré de rodillas
que te desnudes amor te mostraré mis heridas

y con las luces del alba antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo me marcharé para siempre

te seguiré hasta el final entre los musgos del bosque
te pediré tantas veces que hagamos nuestra la noche
te seguiré hasta el final con el tesón del acero
te buscaré por la lluvia para mojarme en tu beso

y con las luces del alba antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo me marcharé para siempre

y cuando todo se acabe y se hagan polvo las hadas
no habré sabido por qué me he vuelto loco por nada

te seguiré hasta el final por la escalera del viento
para rogarte por Dios que me hagas sitio en tus besos

y con las luces del alba antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo me marcharé para siempre

y cuando todo se acabe y se hagan polvo las hadas
no habré sabido por qué me he vuelto loco por nada.

(Pedro Guerra)

La Tabla de Flandes (fragmento)

jueves, 21 de octubre de 2010



"El mundo no es tan simple como quieren hacernos creer. Los contornos son imprecisos, los matices cuentan. Nada es negro o blanco; el mal puede ser un disfraz del bien o la belleza, y viceversa, sin que una cosa excluya la otra. Un ser humano puede amar y traicionar a la persona amada, sin que por eso pierda realidad su sentimiento. Se puede ser padre, hermano, hijo y amante al mismo tiempo; víctima y verdugo... Pon los ejemplos que gustes. La vida es una aventura incierta en un paisaje difuso, de límites en continuo movimiento, donde las fronteras son artificiales; donde todo puede acabar y empezar de nuevo a cada instante, o terminar de golpe, como un hachazo inesperado, para siempre jamás. Donde sólo somos un pequeño relámpago entre dos noches eternas y donde, princesa, tenemos muy poco tiempo."

(Arturo Pérez-Reverte)

Peor para el sol

domingo, 17 de octubre de 2010



¿Qué adelantas sabiendo mi nombre?,
Cada noche tengo uno distinto,
Y siguiendo la voz del instinto
Me lanzo a buscar...
Imagino, preciosa, que un hombre.
Algo más, un amante discreto
Que se atreva a perderme el respeto
¿no quieres probar?

Vivo justo detrás de la esquina
No me acuerdo si tengo marido
Si me quitas con arte el vestido
Te invito a champan.
Le solté al barman mil de propina
Apuré la cerveza de un sorbo
Acertó el que el templo del morbo
Le puso a este bar.

Peor para el sol que se mete a las siete
En la cuna del mar a roncar,
Mientras un servidor
Le levanta la falda a la luna.

Al llegar al portal nos buscamos
Como dos estudiantes en celo,
Un piso antes del séptimo cielo
Se abrió el ascensor.
Nos sirvió para el último gramo
El cristal de su foto de boda
No faltó ni el desfile de moda
De ropa interior.

En mi casa no hay nada prohibido
Pero no vayas a enamorarte
Con el alba tendrás que marcharte
Para no volver.
Olvidando que me has conocido,
Que una vez estuviste en mi cama,
Hay caprichos de amor que una dama
No debe tener.

(estribillo)

Es mejor, le pedí, que te calles,
No me gusta invertir en quimeras,
Me han traído hasta aquí tus caderas
No tu corazón.
Y después, para qué más detalles,
Ya sabéis, copas, risas, excesos
Como van a caber tantos besos
En una canción.

Volví al bar a la noche siguiente
A brindar con su silla vacía,
Me pedí una cerveza bien fría
Y entonces no se...
...si soñé o era suya la ardiente
Voz que me iba diciendo al oído,
Me moría de ganas, querido,
De verte otra vez.

(Joaquín Sabina)

Sin daños a terceros

martes, 12 de octubre de 2010



Justamente ahora
irrumpes en mi vida
con tu cuerpo exacto y ojos de asesino.
Tarde como siempre,
nos llega la fortuna.

Tú ibas con ella,
Yo iba con él,
jugando a ser felices por desesperados
por no aguardar los sueños,
por miedo a quedar solos...

pero llegamos tarde,
te ví
me viste
nos reconocimos enseguida pero tarde
maldita sea la hora
que encontré lo que soñé,
tarde.

Tanto soñarte y extrañarte sin tenerte
tanto inventar
tanto buscarte por las calles como loca
sin encontrarte
ahí va una de tonta
por desesperada
confundiendo amor por compañia
y ese miedo idiota de verte vieja y sin pareja
que hace escoger con la cabeza lo que es del corazón.
Y, no tengo nada contra ellos,
la rabia es contra el tiempo por ponerte junto a mi, tarde.

Ganas de huir,
de no verte ni la sombra,
de pensar que esto fue un sueño o una pesadilla
que nunca apareciste,
que nunca has existido.

Ganas de besarte,
de coincidir contigo,
de acercarme un poco y amarrarte en un abrazo
de mirarte a los ojos y decirte: Bienvenido...

Pero llegamos tarde.
Te ví,
me viste
nos reconocimos enseguida pero tarde
quizás en otras vidas,
quizás en otras muertes.

Que ganas de rozarte,
que ganas de tocarte
y acercarme a tí
y golpearte con un beso,
de fugarnos para siempre
sin daños a terceros...

(Ricardo Arjona)

Cuando me reconozco



Gozo mi feminidad cuando tus manos la expresan,
extirpándola del cuerpo tras cada caricia, sin apenas queja.
Es entonces cuando me siento mujer, cuando me reconozco,
en el reflejo de tu tersa piel, en el fondo de tus ojos.
Es el lecho ese tormo, donde tú me creas,
jugando en él a ser Dios, creyéndome yo ser Eva.
Es entonces cuando poseo creencias, cuado la fe
se despoja de la ausencia, tatuando en mi piel
ancestrales leyendas.
En la humedad de la alcoba, cuando tu boca desgrana
mi nombre entre las sábanas, preciso abarcar el momento
que entre nosotros se escapa, resbalando como el sudor
que la euforia del placer arranca.
Es en la erótica noche cuando el deleite nos presta sus alas,
pidiendo tan sólo a cambio un hueco en la almohada.
Es entonces cuando olvido los contornos, cuando el perfil
que nos limita no es mas que un observador curioso.
Me complace cada instante que me surges de la nada,
convirtiéndome en el fin de mi principio, en la dicha
que como mortal codicio, en el engaño de una vida eterna
que sin ti no es nada, en la cordura de mi enajenada alma,
en las horas que descuento cuando no te tengo, en todo
cuanto creía cuando de niña soñaba y en esa parte de mi
que he hallado asomándome a tu rostro.

(De la red)

Credo



De pronto uno se aleja
......de las imágenes queridas
amiga
quedás frágil en el horizonte
te he dejado pensando en muchas cosas
pero ojalá pienses un poco en mí

vos sabés
en esta excursión a la muerte
......que es la vida
me siento bien acompañado
me siento casi con respuestas
cuando puedo imaginar que allá lejos
quizá creas en mi credo antes de dormirte
o te cruces conmigo en los pasillos del sueño

está demás decirte que a esta altura
no creo en predicadores ni en generales
ni en las nalgas de miss universo
ni en el arrepentimiento de los verdugos
ni en el catecismo del confort
ni en el flaco perdón de Dios

a esta altura del partido
creo en los ojos y en las manos del pueblo
en general
y en tus ojos y tus manos
en particular.

(Mario Benedetti)

Amor de tarde



Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

(Mario Benedetti)

Alicia y las hormigas

domingo, 10 de octubre de 2010



Alicia vive en esta ciudad pensando que tiene escondida una llamarada detrás de un carbón de piedra. Tiene sueños extraños, orgías oníricas de colores chillones, como papagayos sueltos en mitad de la ladera encementada. Se sienta en el borde del camino y con la uña comienza a marcar carreteras para hormigas que, porfiadas, no transitan por los lugares que les señala. Las observa con detención. Cuando era pequeña y tenía un moño a cada lado de la cabeza funcionando como antenas de mundos internos, Alicia mataba a una de ellas y esperaba pacientemente que otra hormiga de la colonia viniera a recoger los restos de aquella muerta a golpes de índice. (Y su pregunta de siempre, si ella muriese ¿habría alguien que viniera por su cuerpo o acabaría perdiendo el olor, sus moños, su cintura inexistente y la cobardía de sus manos vírgenes? ). Ella no sabe pertenecer, no hay espacio que sienta propio ni sonidos guturales que recuerde luego del sexo. Alicia es una extranjera que rueda buscando la llamarada detrás del carbón de piedra. Sólo eso.

Tres secciones tiene el cuerpo de una hormiga. Tres secciones tiene el suyo: la intelectualidad morigerada por el miedo, la emocionalidad dividida en largas cintas de papel como serpentina blanca, y la vagina que le estorba casi siempre (un secreto de magma que debe cubrir).
Pasan los vehículos ostentando urgencias que ella no siente. Son hormigas en tándem. Ella no tiene hormiga líder que le enseñe lo que su inexperiencia desconoce y va a golpes de errores moviendo las seis patas y las antenas.

Labra pequeñas figuras de obsidiana, triángulos isósceles de perfecta y brillante negrura que tienen bocas y ojos singulares. El cincel le golpea entre la quijada y el quejido, entre los labios y el clítoris, hasta convertirla en un arpegio.

Alicia, sentada al borde del camino en el que hace carreteras para las hormigas, canta bajito “naranja dulce, limón partido, dame un abrazo que yo te pido…” y cruza los brazos hasta tocarse los hombros en un intento de autocontención vana y flagelante. Si alguien la mirara conjugaría todos los verbos de la ausencia…

(Milita Babilónica)

La Caja



Hoy he abierto una caja, de esas que, arrumbadas largo tiempo, guardan recuerdos y secretos debajo de una ligera cortina de polvo. Vivencias almacenadas en pocos centímetros, en las catacumbas de lo invisible, ajenas a los minutos del presente, quizás porque algún día dejaron de serme útiles y preferí darles un descanso justo. Libros a través de los que viajé, utensilios que me valdrían para arreglar un monopatín, postales de lugares que visité, alguna fotografía mal enfocada, quebradiza, con una cicatriz sobre la imagen de alguien con quien sonreí, incluso cartas escritas por un corazón ilusionado cuya destinataria nunca recibió. Vacié y vacié, desenrollando las toneladas de sentimientos unidos a cada uno de ellos como una madeja de hilo que nunca termina de girar. Al fondo de la caja, descubrí un último objeto. Luminoso, revelador, ese sin el que posiblemente yo no hubiera sido el mismo. A buen seguro. De pequeño tamaño, color negro, con una diminuta rueda en su lateral que hacía mucho que no rulaba, y con múltiples agujeritos como si un ciempiés hubiera bailado la danza del vientre sobre él durante años.

Lo saqué y me devolvió de golpe a la infancia; en una milésima de segundo, y sin permiso, pues así actúa la memoria del corazón cuando tropieza con algo inolvidable. Me transportó a aquellos domingos otoñales, con una vida todavía por escribir, alfombras de hojas desparramadas libremente por el suelo y el aire filtrándose, frío ya, entre ese objeto y mi oído; apoyó mi cabeza sobre la almohada bajo la que una voz cálida me susurraba confidencias de personas que no conocía pero que cada noche me resultaban más familiares; y a los cines, también me devolvió a los cines en los que me parapetaba de un plomo de cinta escuchando en su oscura clandestinidad los goles de la jornada. Su sonido enlatado me sugería mundos nuevos, me permitía viajar lejos, pendido de un simple pensamiento, sin tomar el avión o sin subir a un tren. Fabulaba historias, imaginaba los rostros que me hablaban en la madrugada, novelaba territorios inexistentes en una quietud de soledad maravillosa. Porque la radio, esos agujerillos por los que se filtraba el latido, el bombeo del mundo y de sus gentes, conoció gran parte de mis secretos. Y los conserva, sin derramarlos. Porque disfrutada a solas, la radio, en su complicidad y charlatanería, extiende un manto de posibilidades imaginativas que la imagen roba.

El día en que mi voz, mi propia voz, delgada como un hilo de pescar, también emergió de su interior, llegando a oídos anónimos, desconocidos, sin rostro, padecí de un temblor de piernas que me duró semanas. No fue un bautizo fácil, lo confieso. Sólo dieciséis años, más acné que arrestos, cuando recité cual actor en obra de teatro al entonces Presidente del Hércules, Emilio Orgilés, el interrogatorio de preguntas que mi querido padre me escribió un día antes en una libreta grande, con tapas azules, y que aún protejo como si de la edición más antigua de El Quijote se tratara. Era el sonido de un robot teledirigido, mi voz. Pero llegó la música, a los meses… y me solté. Abrí los brazos y atrapé todo lo que en ellos cupo. Radio Novelda. La SER. Informativos, magazines, entrevistas… La enseñanza de la radio despertó en mí, con el tiempo, una suerte de creatividad de la que hoy me aprovecho. Aprendí a amar la palabra, el verbo adecuado, la entonación correcta… La cuña grababa. El gol cantado. La canción presentada. Todo formaba parte de un gigantesco páramo que estaba por poblar de sensaciones y aprendizajes, entremezclado de nervios, de esa extraña sensación de movimiento sísmico que rompe en lo más profundo instantes antes de abrir un micro.

Hoy que me atreví a devolverle la luz y el alma a esa caja arrumbada en el fondo de un armario, quiso el destino que aún estuvieras ahí, arrinconada, garante de mi pasado, con tus pilas ya ganadas por el óxido…, pero al acercar de nuevo mi oído a tu cuerpecillo, al percibir cierto aroma de mi pasado en ti, detuve el tiempo, lo retrocedí y… aún, aún escuché, o creí estar escuchando, el desgañitado grito de un locutor entre el fervor de un gentío exultante: “¡Gol, gol, goooooooooooool!”.

(Claudio Rizo)

El Pescador de Estrellas

miércoles, 6 de octubre de 2010



Si alguna vez quisiera alcanzar una estrella, pediría consejo a un profesional, es decir, a un pescador de estrellas. No es tan fácil atrapar una. Las estrellas son entes escurridizos y frágiles. Es posible que, en el intento de darle caza a una, se resbale entre los dedos de las manos inexpertas y salte al primer remanso de agua que encuentre: en una fuente próxima, un charco o una lágrima y desaparezca en un abrir y cerrar de ojos disuelta en el agua.

No es fácil como digo, darle caza a una, especialmente si se trata de una estrella fugaz. Las fugaces son astros muy cotizados, por su escasez en relación a la enorme demanda de deseos que tenemos los habitantes de este planeta.

Si tuviera la necesidad imperiosa de atrapar una, para formular un deseo, no porque yo crea que cumplen deseos ni supersticiones similares, no, sino por motivos estrictamente científicos, alquilaría los servicios de un pescador de estrellas. El de pescador de estrellas es un oficio en declive con pocos seguidores dispuestos a darle continuidad en el tiempo, ya que la labor es estrictamente artesanal: nada de herramientas sofisticadas; apenas una simple red, unos aparejos de pesca y poco más. Este aprendizaje ha ido pasando de padres a hijos durante milenios y ya está prácticamente en desuso, pues los jóvenes, más que pescar estrellas desean dedicarse a otras actividades que dejan más dinero y requieren menor dedicación, como: perseguir sueños imposibles, inventar historias o cultivar la mente. En el mercado, el cultivo de la mente es un valor en alza. La superproducción se exporta y el resultado de esto es lo que se ha dado a conocer como: “fuga de cerebros”.

Los pocos pescadores de estrellas que aún conservan este trabajo provienen de generaciones enteras de pescadores de estrellas, que fueron grandes comerciantes en un pasado más glorioso.

El caso es que es difícil encontrar en los tiempos que corren a un pescador de estrellas, para que a cambio de un puñado de sueños, te atrape una. Sin embargo, yo he tenido suerte. Hace unos días se instaló uno justo en la casa de al lado y ha sembrado todo el jardín con las estrellas que no pudo vender estos años atrás. Y de noche, cuando todo está en calma y sale la Luna, las estrellas iluminan el prado donde vivimos. Todos los vecinos nos sentimos contentos con el nuevo inquilino y su maravilloso jardín de estrellas, cuya luz nos incita a formular deseos suficientes para seguir necesitando que existan las estrellas y sus pescadores, más allá de lo que duren nuestros sueños…

(La Dama)

Mía

domingo, 3 de octubre de 2010



Mía, porque jamás dejarás de nombrarme
y cuando duermas
habrás de soñarme;
hasta tú misma dirás
que eres mía.

Mía,aunque mañana te liguen otros lazos
no habrá quien sepa llorar
en tus brazos...
Nunca te olvides: sigues siendo mía.

Mía, aunque tú vayas por otro camino
y que jamás nos ayude el destino
nunca te olvides sigues siendo mía

Mía, aunque con otros contemples la noche
y de alegria hagas un derroche
nunca te olvides
sigues siendo mía

Mía, porque jamás dejarás de nombrarme
y cuando duermas
habrás de soñarme;
hasta tú misma dirás
que eres mía.

Mía,aunque mañana te liguen otros lazos
no habrá quien sepa llorar
en tus brazos...
Nunca te olvides: sigues siendo mía.

(Armando Manzanero)

Cosas del corazón

sábado, 2 de octubre de 2010



Una sale a la calle con el corazón suelto, pensando en que después de tantos años ya está domesticado, y cuando cruza el semáforo en rojo aparece la epidemia de abrazos, sonrisas y miradas extraviadas a los desconocidos que arrancan un: “qué guapa eres, no me había fijado” y un “me encanta estar contigo”. Y de ahí a los “te quiero y te necesito” sólo hay un pasadizo secreto que cabe en la cabeza de un alfiler…

Y entonces el corazón se abre sin querer de par en par y te deja una vez más desnuda a los ojos del amor. Y ya no hay enemigo pequeño. La batalla la has vuelto a perder y lo mejor de todo es que quieres desaparecer en esa mirada de perrillo abandonado que atrapa todo el sueño de tus noches vacías.

Una epidemia de ilusión te invade como si no tuvieras la experiencia de los mil amores primeros; como si una segunda adolescencia soplara sobre tu cuello y te dejas llevar por la danza de un nuevo encantador de serpientes. Sientes que el hombre que has esperado pacientemente desde siempre acaba de hacer acto de presencia como si lo estuvieses esperando en una estación de tren. Lleva toda tu vida de retraso y pensabas echarle la bronca cuando se anunciase en el umbral de tu puerta para llenar un vacío antiguo que nunca ha llenado nadie, pero es verlo aparecer y sufrir una amnesia en el mecano de los reproches, abrazándote a él como si llevases toda la vida esperándolo...

(La Dama)

Barbie de extrarradio

viernes, 1 de octubre de 2010



En la guerra, como en el amor
todo vale y siempre queda un perdedor.
Normalmente, pierde el que quiere más
al igual que en una mesa de black jack.

Me olvidaré de tu amor de garrafón,
olvidaré de tus besos de judas,
hoy voy a darle a mi pobre corazón,
una de capas de alguna pintura,
que borre las humedades
que le han dejado tus recuerdos.

Tu subes como la marea
yo bajo como la tensión
pa mi es como un rompecabezas
lo que pa ti cae de cajón
yo tengo arrugas en el alma
tu piedras en el corazón
mis sentimientos van en chándal
y los tuyos visten de Dior
Una taza de té por favor
para este desnatado corazón
que poco a poco se desangra
barbie de extrarradio.

Hoy las penas, como la pasión
duran poco y dejan siempre un mal sabor
una mezcla entre sal y limón
exprimido en mi marchito corazón.

Me olvidaré de tu amor de garrafón
olvidaré de tus besos de judas
hoy voy a darle a mi pobre corazón
una de capas de alguna pintura
que borre las humedades
que le han dejado tus recuerdos.

Tu subes como la marea
yo bajo como la tensión
pa mi es como un rompecabezas
lo que pa ti cae de cajón
yo tengo arrugas en el alma
tu piedras en el corazón
mis sentimientos van en chándal
y los tuyos visten de Dior
Una taza de té por favor
para este desnatado corazón
que poco a poco se desangra
barbie de extrarradio.

Y detente
pase mis años olvidado en una trampa
para ratones en la que tu eres el queso
tu con carrera en el amor
y yo en 1º de la ESO
pa estudiar el primer beso que me diste
y ahora te digo que no tienes corazón
que no me dejas elección
que nuestra relación fue un chiste
querida barbie de extrarradio
corre tu tinte está esperando

(Melendi)
 

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