El Pescador de Estrellas

miércoles, 6 de octubre de 2010



Si alguna vez quisiera alcanzar una estrella, pediría consejo a un profesional, es decir, a un pescador de estrellas. No es tan fácil atrapar una. Las estrellas son entes escurridizos y frágiles. Es posible que, en el intento de darle caza a una, se resbale entre los dedos de las manos inexpertas y salte al primer remanso de agua que encuentre: en una fuente próxima, un charco o una lágrima y desaparezca en un abrir y cerrar de ojos disuelta en el agua.

No es fácil como digo, darle caza a una, especialmente si se trata de una estrella fugaz. Las fugaces son astros muy cotizados, por su escasez en relación a la enorme demanda de deseos que tenemos los habitantes de este planeta.

Si tuviera la necesidad imperiosa de atrapar una, para formular un deseo, no porque yo crea que cumplen deseos ni supersticiones similares, no, sino por motivos estrictamente científicos, alquilaría los servicios de un pescador de estrellas. El de pescador de estrellas es un oficio en declive con pocos seguidores dispuestos a darle continuidad en el tiempo, ya que la labor es estrictamente artesanal: nada de herramientas sofisticadas; apenas una simple red, unos aparejos de pesca y poco más. Este aprendizaje ha ido pasando de padres a hijos durante milenios y ya está prácticamente en desuso, pues los jóvenes, más que pescar estrellas desean dedicarse a otras actividades que dejan más dinero y requieren menor dedicación, como: perseguir sueños imposibles, inventar historias o cultivar la mente. En el mercado, el cultivo de la mente es un valor en alza. La superproducción se exporta y el resultado de esto es lo que se ha dado a conocer como: “fuga de cerebros”.

Los pocos pescadores de estrellas que aún conservan este trabajo provienen de generaciones enteras de pescadores de estrellas, que fueron grandes comerciantes en un pasado más glorioso.

El caso es que es difícil encontrar en los tiempos que corren a un pescador de estrellas, para que a cambio de un puñado de sueños, te atrape una. Sin embargo, yo he tenido suerte. Hace unos días se instaló uno justo en la casa de al lado y ha sembrado todo el jardín con las estrellas que no pudo vender estos años atrás. Y de noche, cuando todo está en calma y sale la Luna, las estrellas iluminan el prado donde vivimos. Todos los vecinos nos sentimos contentos con el nuevo inquilino y su maravilloso jardín de estrellas, cuya luz nos incita a formular deseos suficientes para seguir necesitando que existan las estrellas y sus pescadores, más allá de lo que duren nuestros sueños…

(La Dama)

4 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

Sol on jueves, 7 de octubre de 2010, 15:21:00 CEST dijo...

belo..
saudade amiga..
besos..

Anita Diminuta dijo...

Todos necesitamos un cielo de estrellas para soñar. Bonita narración.

Un saludo.

Saziako dijo...

Yo también busco estrellas, pero hasta ahora no ha caído ni una en mis redes...soy un pescador solitario.

Lugano dijo...

Me encanta esta metáfora en forma de cuento. Hay tan pocas estrellas que nos iluminen el día y los soñadores que las encienden cada día son más escasos. Bonito blog, Dama, lleno de relatos elegidos con muy buen gusto, que nos invitan a evadirnos de la realidad...

 

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