El tesoro de Cristina
domingo, 20 de enero de 2013
Con una pala sobre mi hombro caminaba lentamente por un lugar inimaginado, era oscuro y frío. Sutiles ráfagas de viento sobre mi piel procuraban detenerme, pero el deseo de encontrar una luz esperanzadora era más fuerte. Avanzaba siempre mirando hacia delante, hasta donde mis imperfectos ojos me permitían.
De repente, la luna iluminó un punto entre la nada; mis piernas temblaban y llegar a él se convirtió en mi único objetivo. Tropezando con las piedras y luchando con la noche, llegué finalmente a aquel punto perdido, mis brazos entumidos se estiraron y la pala cayó al suelo.
Me sentía en medio de un laberinto sin salida, como quien se halla en una encrucijada que no lleva a ningún lugar. Tomé la pala y con algo de esfuerzo empecé a cavar. Un arrasador aguacero llenó de lodo mi cuerpo y se regó por doquier haciendo imposible la labor. Parecía una tarea inconclusa, pero cesó la lluvia y pude continuar, empezó a formarse un agujero lo suficientemente grande para guardar este amor. Una vez ubicado en la base del agujero lo tapé con la misma tierra fértil que hoy lo mantiene vivo.
Hoy, tan sólo espero que tú encuentres mi tesoro, lo desentierres y aprendas a apreciarlo como lo más bello que un hombre entrega a una mujer…
(Hericuento)
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