La niña que habita en mí está triste y trata de pedirme cuentas. No sé cómo responder a sus preguntas. Ni siquiera sé por qué ya no me parezco a ella. Intenté ser fiel a sus principios –que fueron los míos en otro tiempo- y sin embargo, en alguna parte del camino empecé a desprenderme de ella, como si fuera una segunda piel. Por eso ahora llora y murmura insultos infantiles que se me clavan como pequeños alfileres en el ego, como las lanzas de los liliputienses en el cuerpo de Gulliver, que han ido creando una gotera del tamaño de un agujero negro en mi conciencia.
Y esa niña que fui, no me deja dormir. La oigo llorar por las noches. Sé que, de alguna forma, se siente traicionada. Por eso coge berrinches propios de su edad y de su inmadurez. Miento. Esa niña que fui, nunca fue inmadura. Nadie se lo permitió jamás y ahora se queja también de su infancia olvidada en algún lugar de este mundo.
Creo que ya no hay vuelta atrás. La he decepcionado y se rebela. Está haciendo una hoguera con los juguetes que tuve hace años, porque ya no le sirven para nada.
Si pudiera volver atrás, con un enorme borrador podría explicarle a esa niña que las cosas nunca son como te las cuentan de pequeña… Si me dejaran volver atrás y contarle su(mi) vida para que no cayera en los mismos errores en los que yo caí...ahora no estaría enfadada conmigo, ni triste, recogiendo los trozos de sus sueños rotos dentro de mi estómago, donde los siento como cristales…
Si alguna vez pudiera mirarla a los ojos, le diría que aquel trabajo que hizo en sexto marcó muchas actuaciones posteriores en su vida, aunque no llegará nunca a perder la ingenuidad y la confianza en la gente. Probablemente, aquella escena -que recuerda con pánico- fue un punto de inflexión en su(mi) historia.
Y si volviese atrás, trataría de decirle que valore los fracasos en la proporción que se merecen, para no eclipsar los éxitos que vivirá siempre con demasiada naturalidad.
Y si eso pudiera suceder, le pediría que intentase vivir un poco más deprisa para jugar a las muñecas al llegar a los treinta…porque si ahora se olvida de vivir, nunca podrá hacerlo después y eso evitará que tenga que mirar para otro lado cuando le pregunte la gente por sus "juguetes rotos".
Y si alguna vez fuera posible hablar con ella, le diría que el amor llegará de repente un día y desde entonces nunca volverá a estar sola. Y le confesaría que nunca ha sido fea, y que cuando comience a contemplarse en los espejos le gustará lo que ve y así empezará su leyenda…
Y trataría de pedirle que dejara de discutir con mamá, porque con los años la discusiones se olvidan -como los recuerdos- y acaban por convertir a las mariposas en luciérnagas…Intentaría explicarle que la única persona que siempre estará a su lado será papá, aunque ahora le parezca ausente, pero de eso ya se ha dado cuenta ella sola… E insistiría en que aproveche los años que tiene por delante para disfrutar de las personas que irá perdiendo poco a poco en el camino…
Y por último le diría que los niños dejan de serlo algún día porque, cuando menos lo esperan, alguien empieza a tratarlos de usted y entonces, cuando se miran en un espejo, han dejado de reconocerse y echan de menos al niño que llevan dentro…
(La Dama)
7 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:
Llega un punto en el que todos crecemos, eso es inevitable, pero el éxit reside en no perder ese "niño" que llavamos dentro, aunque hay muchos que lo dejan marchar, y es una pena.
me ha encantado este texto, me siento super identificada.
un beso!! :)
belo texto..talvez um dia, na velhice, essa menina fique junto de ti novamente..
bjs..
Una vez me dijeron que los años me habían hecho perder la agilidad para bailar... puede que sea cierto pero yo sigo practicando el baile y cada día más con más energía... en mi interior. Esa es la fuerza de la verdadera naturaleza del espíritu.
Yo se que tu fuerza sigue habitando en esos lugares mágicos del alma. Y sé que eres la coreógrafa de tu espíritu. Así que cuando te mires en el espejo recuerda que continuas habitando en esos palacios añorados de la infancia... porque si hay magia todo se puede conseguir.
Un beso, Dama mágica.
ReyArturo
Maravillosa Dama, siempre tan exquisita en tus relatos...y siempre tocándome el corazón.
Tuyo x sp
Gracias por tu texto
El tiempo pasa inexorablemente y la madurez es inevitable. Yo creo que aunque las circunstancias nos "moldean", una parte del niño que fuimos se queda con nosotros hasta el final, porque la infancia es la etapa que más nos marca y que nos condiciona el resto de la vida. Sólo nos cambia la perspectiva a medida que vamos descubriendo el lado oscuro de las cosas, que hace que todo se vivencie distinto. Forma parte de nuestro instinto de supervivencia. No podemos ser toda la vida cándidos, ingenuos y vivir en un cuento de hadas.
Un saludo a tod@s.
Me ha gustado mucho esta reflexión, Dama.
Qué bello blog!!!!!
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