Lo peor del amor,
cuando termina,
son las
habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas
con sordina,
la adrenalina en
camas separadas.
Lo malo del después
son los despojos
que embalsaman los
pájaros del sueño,
los teléfonos que
hablan con los ojos,
el sístole sin
diástole ni dueño.
Lo más ingrato es
encalar la casa,
remendar las
virtudes veniales,
condenar a galeras
los archivos.
Lo atroz de la
pasión es cuando pasa,
cuando, al punto
final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos...
(Joaquín Sabina)
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