El Muro de las Mentiras
domingo, 25 de julio de 2010
He mentido. He mentido mucho. He mentido siempre. He mentido tanto que no sé distinguir la verdad de mis mentiras.
Al principio fue por necesidad, para ocultar secretos que me parecían inconfesables, pero luego se fue convirtiendo en una rutina. Si sentía hambre, decía que no lo sentía. Si estaba triste, decía que no lo estaba. Si algo me parecía bonito, decía que era horrible. No quería hacer daño a nadie, pero empezó a ser una costumbre. Cada mentira, como un efecto dominó, llevaba a otra y se convertía en un ladrillo con el que construir mi día a día. Y así empecé a poner ladrillo sobre ladrillo hasta crear un muro que me ocultaba de los demás y a los demás de mí. Para atenuar mi angustia por la tendencia irrefrenable a mentir, comencé a disfrazarme hasta transformarme en otra persona y vivir como esa persona en quien me había convertido. Mi invento me superó y había cobrado vida propia. Había creado una encantadora de serpientes y la gente se postraba a sus pies. Evitaba los espejos porque no quería que me devolvieran al pasado. Pero un día me vi reflejada en un estanque. Empecé a sentir miedo. No reconocí a la que ví sobre el agua. Lancé una piedra sobre ella y salí corriendo.
Pero no hay lugar en el mundo donde una pueda escapar de sí misma. Y la imagen de aquella mujer que no se parecía a mí me atormentaba. Y entonces decidí acabar con ella. Borré el carmín de su sonrisa falsa y fui a un acantilado para lanzar sus zapatos de tacón de aguja al mar. Quemé sus notas de papel donde apuntaba los nombres de sus víctimas. Seres a los que había destrozado el corazón y abandonado después sin contemplaciones. Y empecé a derribar el muro que había construido, ladrillo a ladrillo, como comenzó.
Y entonces dejé de mentirle a todos. Las verdades salieron de mi boca como los vientos huyendo de la caja de Pandora. No me quedó ni la Esperanza de la leyenda. Pero me sentí libre, muy libre. El lastre de años había desaparecido repentinamente junto a la hoguera que hice con mis mentiras. Y empecé a retomar mi vida anterior. Y lo más importante: dejé de mentirle a la única persona que siempre ha estado conmigo: yo misma.
(La Dama)
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1 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:
Todos mentimos alguna vez.
"Me he dado cuenta
de que miento.
Siempre he mentido,
siempre he mentido.
He escrito tanta
inútil cosa
sin descubrirme,
sin dar conmigo."
...Decía Silvio Rodríguez.
Saludos, bella Dama.
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