A veces la vida es un imprevisto

martes, 27 de enero de 2009



A veces te duermes sólo para hablar en sueños, y sueñas para no dormirte cual fruto seco envasado al vacío.

No me importaría volver a compartir contigo crepúsculos y aullidos ; dejar que las olas vuelquen sus cofres de espuma a tres caricias de la playa, dejarnos decir que sí en mitad del vendaval. Porque sólo soy un muchacho al que le late deprisa el corazón, y procuro creer que ningún latido es nunca una bala perdida.

A veces me siento como un esquimal fuera de su iglú mientras te grito a susurro limpio: "ven sin ti para poder pensar que nada era para tanto".

A estas alturas de los rascacielos me descubro haciendo zapping, capitaneando con mano blanda mi perfecto ejército de mandos a distancia, rodeado de cachivaches luminosos y olvidando que tengo el alma en taparrabos. Menos mal que te encontré, después de haber recorrido la selva entera en busca de mi Jane. Estabas a mi lado y sólo tuve que abrir un poco más mi mano para sentirte. Qué cosas.

Y luego está el mar, que nadie sabe qué hace ahí, pero qué bien que esté ahí aunque a veces ahogue, porque el miedo es ancho y el futuro no termina de apaciguar a nadie. El niño pone veleros en el río, y el hombre petroleros en el mar. Sí, aquello era el río, salpicado de remansos tan cómplices de tu ternura. Y esto es un océano desordenado, un puzzle de olas agrietadas no apto para el Robinson patético que me sostiene desde dentro.

Cálmame. Se lo digo al aire, se lo digo al viento, se lo digo a nadie. Cálmame, que hay demasiadas estrellas para tanta soledad.

Déjame pedirte una cosa: sal de la cueva de tus deseos, preparemos un fuego y que vengan los lobos a sacudirse el frío junto a nosotros.

Deberían revisar cada tren de aterrizaje de cada terrible avión de cada moderno aeropuerto del mundo antes de permitir ningún despegue.

He descubierto que un cielo de verano con nubes contorsionistas es el mejor escondite para todas las cosas que no nos atrevemos a pensar. Pero si no lo nombras tú, todo se vuelve imposible, tanto como tratar de imaginar el infinito metido en una gota de agua.

Y si por alguna secreta razón, esa gota de agua brilla en tus ojos haciéndote peligrosamente vulnerable, recuerda, que si rompes las farolas se encienden las estrellas...

(Paco Bello)

3 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

Blas de Lezo on martes, 27 de enero de 2009, 10:28:00 CET dijo...

Rompamos esas farolas que se quieren hundir en nuestra piel alumbrando hacia adentro, deslumbrando hacia afuera, evitando descubrir bellas baderas humanas flameando al viento de la vida.

Sigamos soñando despiertos para no dormirnos entre las rutinas que, como frascos y cadenas, nos bloquean en alguna rada sin mas futuro que caminar sin camino, que volar sin mas destino que el que la masa solitaria determine en cada vuelta del camino.

Hoy pasearé cerca de la playa, miraré como golpea el rudo mar de estos invernales días la orilla, comprobaré cómo de forma suave o violenta mueren las olas en el mismo lugar.

Un beso, Blas

Abril on martes, 27 de enero de 2009, 22:07:00 CET dijo...

Hola Blas.

Como tú, me quedo con esas estrellas. Rompamos esas farolas que nos impiden verlas.

"Y si por alguna secreta razón, esa gota de agua brilla en tus ojos haciéndote peligrosamente vulnerable, recuerda, que si rompes las farolas se encienden las estrellas..."

Y como decía aquella canción..."Háblame del mar, marinero. Dime si es verdad
lo que dicen de él.Desde mi ventana no puedo yo verlo.
Desde mi ventana el mar no se ve."

Un beso.

Anónimo dijo...

Romper las farolas para que nos alumbren las estrellas. Qué idea tan romántica...

Precioso texto.

 

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