El Ocaso de los Dioses

Hace tiempo que no uso esta forma de perder el tiempo que es la de exhibirme delante de extraños. Debe de ser porque en cierto modo he perdido parte de la ilusión con que comenzó todo este proyecto. Se trataba de crear nuevas formas de comunicación o, mejor, una forme de demostrarme a mí misma que era capaz de crear vida. Pretendí convertirme en prestidigitadora y acabé creyéndome mi propia ilusión. La sensación de inmortalidad y el pedestal divino aparecieron solos tras los halagos. Y ahora sin embargo que esto se ha convertido en un canal de flujo unidireccional, cae sobre mis espaldas toda la soledad de los dioses que resultan ser finalmente sólo humanos.
Hace semanas declaré cerrado el foro por derribo (en realidad por desuso) y ahora estoy pensando en dejarlo todo. He venido dándoles vueltas a todo esto mientras viajaba hace unos minutos en el 33, miraba cómo un chico desde dentro grababa con una cámara de vídeo a un amigo haciendo mimo fuera del autobús. Atraía la mirada perdida de todos los viajeros. En esta red que te atrapa a veces te sientes muy sola. Es igual que en el mundo real. Aunque aparezcan nuevos mundos, los sentimientos son ya viejos. Y empiezas a hacer piruetas a ver si atraes la atención de alguien. Pero resulta que eso no sucede y entonces te dan ganas de apagar esa cámara de vídeo y clausurar el espectáculo.
Quizá sea esta mi despedida, no lo sé. Tal vez sólo un bache en el sendero. Tendré que volver a releer todos los textos de autoayuda que he publicado, para encontrar de nuevo el camino o, mejor, un camino nuevo.

La Dama