Estos días ando metida en una
especie de montaña rusa por muchos motivos. Y lo peor de todo es el consumo de
tiempo que me crea. Paso con naturalidad del martes al jueves sin saber qué ha
ocurrido con el maldito miércoles. Hace cinco horas he vuelto de Granada. Salí
de casa esta mañana para hacer un viaje de tres horas, hice las gestiones por
las que me emigré justo cuando estaba amaneciendo y antes de ponerse el sol
estaba ya de vuelta en casa. He comido en un McDonald´s, un sitio donde hasta
ahora me sentía fuera de lugar. El hambre y la fuerza mayor de no conocer la
ciudad a fondo han hecho el resto. Desde este mediodía el McDonald´s puede ser un
lugar entrañable (mi nuevo hogar)… humm, ¿qué he dicho?¿”nuevo hogar”? Los
radicales libres de la comida rápida empiezan a hacer estragos en mi cerebro.
A todo esto he tomado dos
autobuses (el tren lo están terminando, todo un detalle teniendo en cuenta mi nueva
afición a hacer viajes exprés) y dos taxis. Llegué tarde, por lo que no había
tiempo para florituras ni recibimientos. Tenía la lengua como si hubiera
abierto la boca en plena tormenta de arena. He bebido agua en un baño por
necesidad extrema (no me han dado ni un café) y me han empolvado la nariz para
quitarme los brillos que “no dan bien en cámara”. He grabado un documento que
me hará inmortal para la posteridad y no me extrañaría nada que formara parte
de una de esas cápsulas del tiempo en las que los americanos meten cosas raras
como cintas VHS con la peli de los Goonies y la bandera de barras y estrellas, para
que generaciones venideras de humanos o de extraterrestres (en caso de que nos
carguemos la Tierra) descubran las cosas tan fantásticas en las que invertimos
nuestro tiempo los humanos de hoy.
Mañana tengo otro viaje de ida y
vuelta. Se supone que será de ocio. Y la semana próxima dos. Esperando que de
una vez por todas inventen el teletransportador me muevo a la velocidad de la
luz como el Correcaminos, o más bien como el Demonio de Tasmania girando sobre
mi propio eje, pero con la suerte del Coyote con la marca A.C.M.E.
La vida te da instrucciones para
volar en vez de enseñarte a andar, o de pensar para no pensar. La verdad es que
tanta actividad me permite deshojar mi calendario a la velocidad de la amnesia
que se apodera de los recuerdos más dolorosos. La vida gira demasiado deprisa
últimamente. Y lo peor de todo es que se lleva con ella nuestros recuerdos,
nuestra vitalidad y a nuestros seres queridos. No es mal cambio la velocidad
por la amnesia reparadora.
Yo cambiaría hoy la cinta de los Goonies por esta de Olé-Olé en los tiempos de Vicky Larraz...
0 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:
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