Sintonizar el tiempo
sábado, 21 de octubre de 2017
Un día te paras
a pensar en el ayer.
Y te das cuenta de
que tu círculo de amigos
es más pequeño cada día.
Cada vez es más difícil verlos
y coordinar horarios entre vosotros
por motivos de trabajo,
estudios, preferencias...
Y te empiezas a plantear
porqué ahora disfrutas más
de esa cervecita en casa
y tomar un simple café
cada vez te da más pereza
aunque sólo sea para conversar un rato.
Las multitudes ya no son tan divertidas,
las horas en la calle
ya no son parte de tu rutina.
Quizá tu camino
empieza a tomar sentido.
Tu vida,
o hasta ahora lo que conocías de ella
desaparece ante tus ojos.
Mientras algunos
siguen siendo verdaderos amigos,
otros no eran tan especiales después de todo.
La amistad, al fin y al cabo,
no se basa en el tiempo,
si no en la calidad de las
personas que tienes a tu lado.
Las personas son egoístas.
Muchas se acercan por puro interés;
otras simplemente pasan por tu vida
para aprender a no ser como ellas.
Te das cuenta
que hay decisiones que tomarás
y quizá no sean las adecuadas
pero los errores
te hacen crecer como persona.
Aprendes a que el tiempo no vuelve,
que la vida
no da segundas oportunidades,
que los amores baratos
sólo te dejan la cama vacía,
que los amaneceres
son más bonitos sin resaca,
que hay sonrisas
que te alegran el día,
que hay momentos
en los que sólo necesitas un abrazo,
que el corazón
siempre guarda un sitio para el dolor,
que la confianza
se pierde en cuestión de segundos,
que en el amor
siempre hay reproches
y que las mejores noches
las pasas entre sus brazos.
Tratas día a día
empezar a entenderte a ti mismo,
sobre lo que quieres y lo que no.
Tus opiniones
se vuelven más fuertes.
Miras a tu alrededor
y ves como actúan las personas
y te encuentras a ti mismo
juzgando un poco más de lo normal
porque tu vida
ya no es tan parecida a la de los demás.
A veces tratas de aferrarte al pasado,
pero te das cuenta de que el pasado
cada vez se aleja más
y que no hay otra opción
que la de seguir avanzando
y debes saber
conservar bien el presente
porque será tu única
compañía en el futuro.
(Del blog:Hoy te echo de menos)
No te enamores de una mujer que lee...
martes, 17 de octubre de 2017
No
te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de
una mujer que escribe... No te enamores de una mujer culta, maga,
delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que
sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores
de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en
espíritu su carne; y mucho menos de una que
ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora
contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores
de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y
vertigue un inmenso horror por las injusticias. Una a la que le gusten
los juegos de fútbol y de pelota y no le guste para nada ver televisión.
Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su
cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica y
lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque
cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te
ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMAS se regresa.
Martha Rivera-Garrido
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