Almas gemelas

sábado, 4 de octubre de 2014


Me colmaba el alma mirarla a los ojos, aunque eso representara embarrarme la razón de sustancias flamables y pasarles un mechero de cerca, como tentando al destino, o a mis sentimientos.Le miraba ese iris de cafeína aunque significara emprender una misión sin retorno al planeta de los locos y hasta aceptar la muerte por amor en buenos términos.Ciertamente,sostenerle la mirada por un lapso mayor al recetado por mi sistema nervioso,terminaba por desnudarme,derribarme la sonrisa nerviosa y derretir la estúpida máscara de serenidad que portaba no tan orgulloso.Me ponía nervioso,sí. Temblaba,también.Pero en temblores hay gran variedad y éste era uno muy bello, como el que hace vibrar la tierra poco antes que germine la semilla o como el que eriza el alma cuando se avecina el mundial de fútbol.Uno que me revitalizaba, me levantaba,reanimaba y parecía atarme un arnés a los hombros para mantenerme erguido, como si fuera yo un títere. Todo eso hacía dentro de mí y no estoy seguro que quisiera que ella lo notara.No porque fuera algo malo, pero es que las mujeres tienen cierto sexto sentido para esas cosas. Me inyectaba endorfinas y me obligaba a ser feliz sin mover un músculo: era una sensación que sabía a whisky con dos cubos de hielo,y contrastaba con el sabor a pescado podrido que me dejaban en la boca mis constantes depresiones.Era la pastilla de menta después del cigarro,era un olor a girasoles después de pasar el camión de la basura.La palabra depresión se desglosaba a su lado y con el tiempo no había nada de-presión asfixiándome la tráquea. Podía jurar que, mirándola fijamente, cualquiera de esas amargas sensaciones melancólicas, volvían a ser nada más que un capítulo de algún libro de Charles Dickens.

Así,siendo cierto todo esto -que menciono y que me creo-, me tomé a la tarea de conquistar el corazón de dicha «ella»: una artista que odiaba ese adjetivo y sobrenombre.De una musa de ojos claros que me retrataba el alma y pongamos que la coloreaba con Prismacolor. Que retrataba a sus hermanas de rostros tan llenos de pecas como el suyo,mientras yo -digamos- quería trazar una constelación en las de su cara. Me dispuse a capturar el corazón de cierta musa, cuyo talento parecía directamente proporcional al tamaño de su bolsa, y es que nunca entendí realmente el gusto de las mujeres por esos bolsos gigantescos, donde parecería que el alma de un hombre podría entrar y jamás salir.Me armé de valor,supongamos que me preparé un batido de agallas y le puse doble ración de huevos.Sabía que tal vez sería cuestión de versos o de besos llegar a ligar su corazón al mío.Sabía que el tiempo no era mi aliado, pero que sin duda era el tranvía que debía tomar en arterias que se hacen pasar por raíles.Sabía que, de tener éxito sería una de esas relaciones en las que la princesa espera con ansias al príncipe azul y el que llama a la puerta es color marrón.
(Estefanía Mitre)

1 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

David on martes, 7 de octubre de 2014, 18:56:00 CEST dijo...

Me gusta tener la posibilidad de encontrar en internet la chance de leer muchas cosas y poder disfrutar de la literatura en sus diversas expresiones. Por eso quería en fravega un ebook que me de la posibilidad de leer distintos textos que encuentro en la web.

 

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