El Mago

sábado, 23 de agosto de 2008



Ya hacía mucho tiempo que había perdido la noción de la diferencia entre vagar por los espacios interiores y exteriores. Cuando se borran las fronteras, los conceptos y los objetos se mezclan de una forma extraña y se puede transitar entre ellos uno a uno, o todos a la vez indistintamente.
Pocas veces pensaba en estas cosas, pero ahora que lo hacía hasta la idea de tiempo le parecía lejana. Tiempo... cuando el futuro es una certeza, el pasado y el presente se funden en una niebla engañosa e inaprehensible que elude los embates de la razón. ¿Cómo procesar en un cerebro humano el espacio infinito que hay por delante cuando se ha eludido la celada de la muerte?
Se borró la frontera y con ella el recuerdo de dos mundos divididos por una línea, para transformarse en esta maravillosa continuidad del todo.
Sí, había un cuerpo físico anclado en las profundidades de un mundo helado, y un mundo helado en algún rincón del universo regido por las leyes de la existencia, y unas leyes que regían en ese lugar pero habían sido forjadas en otro muy distinto donde las leyes no existían, sino que se iban creando a la medida de su propia necesidad. Había, sí, un cuerpo físico pero no un vínculo con él, como no fuera para recordarle lo que alguna vez había sido. Ahora era libre, y hasta que algo llamara su atención seguía viajando impulsado por la estela de la música que ya era vieja cuando el tiempo aún no se había inventado.
Era inmensamente feliz, tanto que ya no podía concebir otro estado de ánimo... ¿Estado? Su humilde origen biológico aún ponía en su mente conceptos ahora sin sentido, permitiéndole el gozo de acuñar siempre significados nuevos. Ser de ánimo... eso está bien. Y tal vez en esto consistía su nueva condición, integrar y asimilar a su ser la continua novedad, la absoluta infinitud de lo infinitamente vasto y nuevo.
Cada tanto la onda de su vibración lo acercaba a otro ¿ente, alma, ser, espíritu?. Otro yo. No podría ser otro el concepto, pues decir que la intimidad de la comunicación llegaba a nivel molecular, era una comparación tan grosera como una colisión galáctica. Un "otro yo" igual pero distinto, un yo que esta mas allá de mí, la canción de mi yo que canta integración y a la vez independencia. ¡Caray con las palabras! ¡Es tan sencillo de sentir y sin embargo tan difícil de explicar! Sabía con total certeza que con el tiempo ¿tiempo? las palabras que todavía sonaban en su mente irían perdiendo su sentido original, convirtiéndose en un atavismo, en apenas un recordatorio de la cáscara que aún lo mantenía vinculado al mundo de la materia.
No imaginaba con mucha claridad su pensamiento sin palabras, tanto más que precisamente eran ellas las que lo habían traído aquí, donde quiera que eso esté.
Un mago nace de la palabra, y se alimenta de ella. Con la palabra nombra a la naturaleza, y con la palabra la atrae, la seduce y conquista. Con la palabra comprende y modela a las fuerzas del universo, interpreta sus leyes y escribe las suyas propias bajo el auspicio de lo dinámicamente inmutable.
¡Qué bonito recuerdo le llegó desde tan lejos! Estaba tan claro... para la vida había sido un humano, y para los humanos un mago. Se reclina sobre este pensamiento remoloneando en cada uno de sus detalles, saboreando los delicados matices de lo que alguna vez fue, y se entretiene observando aquí y allá luces y colores de una realidad pasada como un artista exigente, siempre insatisfecho de la perfección de su obra. Viajando al descuido de la música nunca había vibrado cerca de algún otro-yo que no tuviera conciencia de la ausencia de tiempo en este plano, ni de la facultad para moverse entre ellos sin restricciones por el solo hecho de la voluntad. Una pizca de nostalgia le resultó irresistible ahora para sazonar su felicidad, que se cocinaría a fuego lento en el caldero eterno.
Sobrevoló amorosamente cada momento vivido desde su nacimiento, retrocedió hasta el momento de su concepción y aún antes de ella, descubriendo los insondables laberintos del espíritu humano. Sabía lo que quería, y tenía el poder para hacerlo. Pintó por aquí donde había una sombra de miedo con un toque de color brillante, por allí sobre una luz cegadora deslizó el pastel que tranquiliza el alma. Más allá dibujó un rico arco iris sobre el gris de la soledad, y algo más acá cambió algo del rojo de la ira por el matiz verde de la esperanza. Trabajaba con el tiempo como tela, su vida era su obra. Lo hacía con paciencia y dedicación, disfrutando cada detalle con deleite indescriptible.
Desde esta nueva perspectiva, desde el infinitamente distante futuro estaba creando su pasado, y éste le iba llegando desde una distancia igualmente lejana a medida que lo iba creando. Resultaba divertido buscar en sus más recónditos recuerdos los hechos y sensaciones que en este preciso instante estaba inventando para sí mismo.
Ya satisfecho con su obra se regocijó en contemplarla. Otro viejo misterio se había revelado a su conciencia, quizás como justa retribución al trabajo bien hecho. Ahora comprendía ese sentimiento de compañía, esa convicción de no estar solo que lo acompañó cada día de su vida física. Se recordaba asistido y contenido, salvado y dirigido por una fuerza superior que parecía tener un plan para él.
Tantas veces había querido apartarse de esa senda a la que finalmente llamó destino.... qué ingenuo había sido... " yo fui mi propio Dios", se dijo, y su risa duró otra eternidad.

(Carlos Lettiere)

1 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

Pancho Ramirez on sábado, 23 de agosto de 2008, 2:28:00 CEST dijo...

Os pregunto mujer andaluza de coño oscuro como la noche, hembra en celo del Guadalquivir, porque insistes en invertir el orden de prioridades de vuestra existencia: primero la alegría y la lujuria, muy luego el intentar pasar por inteligente...tontuela, abandona ya esa manía de querer tener un blog que eso te queda grande, simple y vaginal mortal, dedicaos en cambio a rendir pleitesía al Genio de todos los Blogs, el Restaurador de las Leyes y Rectificador del arroyo Leyes, el macho cabrío del planeta Plutón, el que te preña de solo mirarte...guaaapa, la inteligencia hecha perfección, osease modestamente YO, el Gran Monotributo, inventor del dolor de ovarios y de todas las excusas femeninas de las mujeres casadas que no desean fornicar con otro que no sea YO, la humildad hecha suprema deidad.
Besitos mimosona simpaticona

 

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