Tarzán y Jane

lunes, 2 de junio de 2008


Hace tiempo que no escribo sobre temas personales. Atravieso una etapa de cambios. Una de esas que te anuncia de vez en cuando el horóscopo, pero que nunca te llega. Es un momento de transición y de replanteamientos. Conozco a alguien que daría la mitad de su vida para que la monotonía que la envuelve desapareciera. Yo, desde hace años, no dejo de acomodarme a nuevas situaciones cuando ya estoy cambiando otra vez de destino. Me da la sensación de que alguien en algún lugar de otra dimensión no me acaba de ubicar en una vida determinada y cada cierto tiempo se replantea mi posición en este juego de estrategia. A veces me siento peón y otras reina, pero cada etapa no dura lo suficiente como para poder identificarme con una u otra figura del ajedrez. Mientras me adapto a la nueva situación trato de no pensar demasiado y me dejo llevar. Un poco.
Tengo una amiga que se compra medias de colores estampadas cuando quiere pedirle algo a su jefe. Utiliza las medias como reclamo para acabar hablando de aumentos de sueldo o para pedirse unos días de vacaciones sin ningún motivo especial. Conoce la debilidad de su jefe por Woody Allen y cuando quiere pedirle algo trata de imitar a sus personajes encarnándose en Diane Keaton en el papel de “Annie Hall” o en Mia farrow en el de “Hannah y sus hermanas”. Mi amiga se enamoró hace diez años de su marido y aún lo está. Él, desde que la conoció, ha hecho en su honor todo tipo de heroicidades propias de James Bond de barrio y ella se emociona cuando cuenta sus hazañas. Pero nunca la he oído hablar con tanta emoción como hace dos días contándome que él había aplastado una cucaracha que intentaba atacarle a ella en la cocina. Estaba realmente entregada a tanto valor. Ese gesto de Tarzán la tenía emocionada. Se despierta cada mañana junto a un hombre que aplasta cucarachas sin compasión y esto la hace sentirse protegida. No puedo evitar imaginármela feliz en una cueva con un hombre de Neandertal saliendo a cazar para traer carne fresca para ella. Para mi amiga su marido es un gran cazador de cucarachas; el hombre que la protege de cualquier contratiempo y que la consuela si su plan de conseguir un aumento de sueldo con unas medias estampadas de margaritas no surte el efecto deseado en su jefe.

La Dama

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