La Generación “Verano Azul”

martes, 3 de junio de 2008

"Es curiosa la vida. Cuando eres niño, el tiempo no acaba de pasar y, luego, sin darte cuenta, tienes cincuenta años. Y de la infancia lo único que te queda cabe en una cajita oxidada."

(De la película "Amelíè")

Yo crecí con la primera cadena y el UHF, en un barrio de los de entonces: con niños en la calle jugando al “tu-la-llevas” y niñas saltando elásticos.
La tele de entonces nos enseñó muchas cosas sin restarnos inocencia. Cuando todos teníamos la edad de “el Tito y el Piraña” descubrimos que una no nace mujer, sino que se hace con el tiempo. Y al grito de “Que ni el viento la toque…” con Pancho disfrazado de jinete enmascarado, todas soñamos con ser Bea la que tenía su primera regla y revolucionaba el país en una época en la que las madres tan sólo te explicaban esas cosas cuando creías que te estabas muriendo un día que empezabas a desangrarte.
Desde “Verano Azul”, para los niños que vivimos aquella época los veranos ya no volvieron a ser lo mismo. Y no lo digo porque nos traumatizaran las reposiciones de la serie que tuvimos hasta en la sopa muchos años después, sino porque cuando veías la tele sabías que todo cuarto de EGB estaba pegado al televisor al mismo tiempo que tú y que al día siguiente el capítulo, que sólo ponían en la sobremesa de los domingos, daría tema de conversación para tres o cuatro recreos. Te sentías miembro de la masa. Empatizabas con cualquiera por el sólo hecho de compartir las mismas series de televisión. Era la unión total. La hija de Manolo -que era ya una adolescente- y tú, podíais hablar de lo mismo porque la tele era común para todos y unía generaciones. El país se dividía entre la adoración por Bea, la chica guapa de la serie y Desi, con quien se identificaba la mitad de las niñas con gafas y aparato en los dientes. La muerte de Chanquete fue casi un duelo nacional y el “No nos moverán” se convertiría en el grito de guerra de cualquier revuelta callejera durante años, porque no existía líder con conciencia social que no la cantase en las manifestaciones a través de un megáfono…
Hace dos días estaba laboralmente obligada a compartir 24 horas con un par de personas que no conocía de nada. Cuando se nos agotó el tema estrella en estas ocasiones –el tiempo- hubo varios intentos de conversación más amena por parte de los tres. Pero ahora, que hace años que “Verano Azul” no se repone, ahora que las ciudades están sembradas de antenas parabólicas que son otra manera de mantenernos más aislados e idiotizarnos -si cabe-, cuando trato de sacar el tema del documental sobre China de la noche anterior, por hablar de algo, no encuentro a nadie que lo haya visto. Entonces me siento incómoda, como si hiciera equilibrios sobre un banco de tres patas, por lo que me acabo replegando como un caracol sobre mí misma y aguanto el silencio a palo seco. Al llegar a casa ando perdida al encender la tele, asfixiada entre tanta publicidad, y con artritis en el pulgar derecho provocada por el botón del zapping.
Lo cierto es que desde que terminó “Verano Azul” veo poco la tele.

La Dama


1 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

Anónimo dijo...

Adoro esta serie mítica.

 

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