Como Fernando Alonso a lomos de una serpiente gigante

miércoles, 4 de junio de 2008


Esto de airear mi vida a través de un medio virtual, en un cuaderno imaginario me está superando. Nunca creí que me inspirase tantas cosas una pantalla en blanco. Algo que empezó como un ejercicio de grafoterapia se me ha ido de las manos. De hecho hay partes de esta bitácora, que se escribieron solas. Mi mano no ha sido más que el mero instrumento de una especia de escritura mecánica que, si creyera en estas cosas, diría que ha sido dictada por un ser que habita en otra dimensión.

He creado un monstruo y lo que empezó como una tímida incursión en un espacio extraño, ha cobrado vida propia y ya no soy capaz de dominarlo. Soy como Fernando alonso en el anuncio de la serpiente. Me siento arrojada de cabeza a un abismo donde no hay vuelta atrás. Contar una historia lleva a otra y así entras en una espiral sin retorno.

Pero algún día tendrá que acabar, aunque ese día no va a ser precisamente hoy. Sé que de esta fuente de ideas desordenadas también se nutre una concurrida audiencia. Y lo digo con orgullo porque se han superado todas mis expectativas con creces. Me siento por ello humilde y sinceramente agradecida.

Son las cero horas y treinta minutos. Acabo de llegar del mundo exterior. Últimamente llamo “mundo exterior” a todo lo que se escribe lejos de esta pantalla. He visto mucha soledad y mucha nostalgia. Si alguna vez le dedican un día internacional a la soledad debería de ser ayer: seis de julio. Tal vez por eso me refugie demasiado en este mundo donde parece que hablo a solas y en cambio hay tanta vida detrás… porque con el otro a veces me enfado y sus fallos no los puedo corregir tecleando Supr. Sé que este espectáculo audiovisual transmite en cada momento cómo me siento. Y así he tenido momentos tristes y alegres y sé que algunos habéis llorado y reído con mis historias. Y la empatía que me habéis demostrado con vuestro e-mails y vuestros comentarios a pie de cada post –incluso aquellos que fueron contrarios a mis textos- no tiene comparación con ninguna otra vivencia anterior y prometo que he vivido mucho -o al menos sí lo he hecho intensamente-.


La Dama

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