Seda

martes, 2 de diciembre de 2008



Madame Blanche le recibió sin decir una palabra. El cabello negro, reluciente, el rostro oriental, perfecto. Pequeñas flores azules en los dedos, como si fueran anillos. Un vestido largo, blanco, casi transparente. Los pies desnudos.
Hervé Joncour se sentó frente a ella. Sacó de su bolsillo la carta.
-¿Os acordáis de mí?
Madame Blanche asintió con un milimétrico gesto de la cabeza.
- Os necesito otra vez.
Le tendió la carta. Ella no tenía nnguna razón para hacerlo, pero la cogió y la abrió. Miró las siete hojas una a una, después levantó la vista hacia Hervé Joncour.
- Yo no amo esta lengua, monsieur. Quiero olvidarla, y quiero olvidar aquella tierra, y mi vida allí, y todo.
Hervé Joncour permaneció inmóvil, con las manos aferradas a los brazos del sillón.
-Voy a leer por vos esta carta. Lo haré. Y no quiero dinero. Pero quiero una promesa: no volváis jamás a pedirme esto.
-Os lo prometo, madame.
Ella le miró fijamente a los ojos.Después bajó la vista hacia la primera página de la carta, papel arroz, tinta negra.
"-Amado señor mío
Dijo
-no tengas miedo, no te muevas, permanece en silencio, nadie nos verá.
Sigue así, quiero mirarte, yo te he mirado mucho,pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate donde estás, tenemos una noche para nosotros, y quiero mirarte, nunca te había visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos y acaríciate, te lo ruego, no abras los ojos si te es posible, y acaríciate, son tan hermosas tus manos, he soñado con ellas tantas veces que ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así, sigue, te lo ruego, continúa, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate, amado señor mío, acaricia tu sexo, te lo ruego, despacio...

ella se detuvo. Continuad, os ruego, dijo él.

...es hermosa tu mano sobre tu sexo, no te detengas, me gusta mirarla y mirarte, amado señor mío, no abras los ojos,todavía no, no debes tener miedo estoy cerca de ti, ¿me sientes?, estoy aquí, puedo rozarte, esto es seda, ¿la sientes?, es la seda de mi vestido, no abras los ojos y tendrás mi piel...

ella leía despacio

...tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás dónde, de repente sentirás el calor de mis labios sobre ti, no puedes saber dónde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de improviso...

él escuchaba inmóvil

...tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las pestañas, sentirás el calor entrar en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro, o tal vez sea sobre tu sexo,apoyaré mis labios, allá abajo y los abriré bajando poco a poco...

dijo ella. Tenía la cabeza reclinada sobre las hojas, y con una mano se rozaba el cuello, lentamente
...dejaré que tu sexo entreabra mi boca,entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva descenderá por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo, hasta que al final te bese en el corazón, porque te deseo, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te quiero, y con el corazón entre mis labios tú serás mío, de verdad, con mi boca en tu corazón tú serás mío para siempre,si no me crees abre los ojos amado señor mío y mírame, soy yo, quién podrá borrar jamás este instante que sucede, y este cuerpo mío ya sin seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran, tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que te deslizas debajo de mí, aferras mis caderas, me levantas, me dejas deslizar sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí moviéndote lentamente, tus manos sobre mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos, tu voz, te mueves con lentitud, pero hasta hacerme daño, mi placer, mi voz, mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me levanta, tus brazos que no me dejan que me marche, los golpes dentro de mí, es violencia dulce, veo tus ojos buscar en los míos, quieren saber hasta dónde hacerme daño, hasta donde quieras, amado señor mío, no hay final, no acabará,¿lo ves?, nadie podrá borrar este instante que sucede, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos separando las lágrimas de mis pestañas, mi voz dentro de la tuya, tu violencia teniéndome aferrada, ya no hay tiempo para huir ni fuerza para resistirse, tenía que ser este instante, y este instante es, créeme, amado señor mío, este instante existirá, de ahora en adelante, existirá,hasta el final.
No nos veremos más, señor.
Lo que era para nosotros, lo hemos hecho, y vos lo sabéis. Creedme: lo hemos hecho para siempre. Preservad vuestra vida resguardada de mí. Y no dudéis un instante, si fuese útil para vuestra felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora os dice, sin añoranza, adiós."

(Fragmento de "Seda". Alessandro Baricco)

5 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

Anónimo dijo...

Seda es mucho más que una historia de amor envuelta en un viaje a Oriente.Este libro se lee en dos o tres horas, pero el recuerdo de la historia queda durante mucho tiempo en los pliegues de la memoria. Es un relato breve y sutil, como la seda, impregnado de cosas nimias que acaban por cobrar la importancia que tienen. Contiene el secreto de lo que verdaderamente interesa: la magia de un instante, de un color, de un sabor, de un pensamiento que deja un gusto agradable y duradero, un tacto de suave seda entre los dedos.
La carta de amor que Hélèn escribe a su marido Hérve Joncour,y que él atribuye a la mujer de ojos felinos, es de una belleza brutal, de una sensualidad arrolladora, es quizás el alma, la esencia de la historia.
Leí este libro hace años y hoy me has devuelto la memoria, con esta hermosa y sensual carta que cualquier hombre quisiera recibir.

¿La has escrito acaso para mí, Dama de Abril?

Tuyo x siempre

Abril on martes, 2 de diciembre de 2008, 19:13:00 CET dijo...

Maestro, me alegro de que conozcas este libro y de que compartas conmigo ese cúmulo de sensaciones tan difíciles de transmitir a los que no lo conocen.
Para mí es un libro mágico, con mucho encanto, que me transporta al escenario de la historia que cuenta, una sencilla historia de amor a tres bandas.
Su comienzo, con un personaje casi anodino, oculta la trama de una historia de amor en dos vertientes que te va atrapando poco a poco.

Esta carta estaba ya escrita Maestro, yo no soy Hélèn, ni tú Hérve, pero me gusta que lo creas.

Un beso.

Blas de Lezo on martes, 2 de diciembre de 2008, 20:21:00 CET dijo...

Cada día hay algo que nos recuerda por qué merece la pena vivir.

Un momento, un instante como ese es un buen motivo.

Un beso, Blas

Abril on miércoles, 3 de diciembre de 2008, 17:34:00 CET dijo...

La felicidad es eso...un montón de buenos momentos...a veces cortos, pero siempre intensos,¿no crees, Blas?

Un beso.

Anónimo dijo...

Me gusta tu comentario Maesto de Esgrima, porque muy poca gente, leyendo esta carta es capaz de ver más allá de la erótica del texto.
Yo leí este libro hace dos años, por recomendación, y aunque al inicio lo vi un poco simple y hasta "soso", diría yo, después me acabó anganchando igual que a vosotros.
Es una joya de la literatura, no por lo que cuenta, sino por lo que hace sentir a la persona que lo tiene entre las manos.

Un saludo.

 

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