Teatro

domingo, 1 de junio de 2008

"Ordenas la habitación y enciendes tres de las siete velas con olor a jazmín. Pones un CD de boleros antiguos para emular las películas de Almodóvar en las que siempre te has sentido un poco retratada y te pintas los labios.
Igual que en un escenario
finges tu dolor barato,
tu drama no es necesario,
ya conozco ese teatro.
Mientras tanto el repatidor de pizzas en otro lado de la ciudad mete tu menú en una bolsa de pedido, ajeno a que tú te has pintado los labios con carmín rojo pasión tan sólo para recibirle.
De fondo sigue sonando la canción:
Fingiendo,
qué bien te queda el papel
después de todo parece,
que esa es tu forma de ser.

Es realmente una pena no haber fumado nunca, porque en estos momentos en los que se espera a un desconocido, no hay nada mejor que fumar. Y si se está sola en casa mejor todavía, porque con un cigarro en la mano una nunca parece que realmente está esperando a alguien, simplemente que se ha detenido entre dos cosas importantes. A falta de tabaco, abres un libro que tienes a mano. Adoptar el look de intelectual tampoco es un mal recurso.
Yo confiaba ciegamente
en la fiebre de tus besos
mentiste serenamente
y el telón cayó por eso.
Llaman a la puerta después de terminar el tercer párrafo, justo cuando empezabas a recordar de qué iba la historia y por qué dejaste de leer ese tedioso libro que habías intentado retomar en cuatro ocasiones...
Tienes delante una bolsa roja, que contiene una caja de cartón con una pizza mediana y una bandeja de plástico con media docena de nuggets de pollo. No te vas a comer ni la mitad. Andas desganada últimamente. Seguro que la comida no te pasa a través del nudo que sientes desde el abandono de Amor nº 11, pero es mejor pedir para dos. No quieres dar imagen de soledad. Y entonces pones a las nuggets por testigo de que nunca volverás a pasar hambre por ningún hombre.
Teatro, lo tuyo es puro teatro
falsedad bien ensayada,
estudiado simulacro.
El que sostiene la bolsa es un cisne azul, aunque podría ser también el repartidor de pizzas. Se mueve por la entrada del apartamento como si fuera el primer hombre en pisar la Luna y al moverse suenan sus plumas de acero. Es un poco más alto que tú y a veces tiene cara de soldado polaco en la Segunda Guerra Mundial y otras de Jeremy Irons. Tiene los ojos profundos, los pómulos muy afilados y la boca muy roja como unos labios marcados sobre un folio. Te ha sonreído sutilmente y te ha mirado a los ojos. Y te ha dicho: catorce con setenta. Lo suficiente como para que haya merecido la pena pintarte los labios.
Fue tu mejor actuación
destrozar mi corazón
y hoy que me lloras de veras
recuerdo tu simulacro,
perdona que no te crea:
me parece que es ...teatro
El cisne tendrá unos veintitrés años, y sus ojos son casi mejor que ver países nuevos o traspasar fronteras.
Por muy ingenuo que parezca, después de dos meses y medio has encontrado una isla imaginaria en la que reposar a salvo de los tiburones.”
Nota: Relato que escribí durante la convalecencia de Amor nº 11.
La Dama

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