Por el camino de baldosas amarillas

lunes, 2 de junio de 2008

Hoy ha venido a verme alguien en busca de su memoria. El Buscador de memorias ha notado que cada vez olvida con más facilidad cosas que antes le resultaban familiares. Hace cuentas y se equivoca continuamente. Ha olvidado cómo se utiliza la máquina expendedora de lotería que ha usado toda la vida en su trabajo. Dice que va a tener que cerrar el negocio porque no se aclara. Tiene Alzheimer y no lo sabe porque sus hijos le pidieron al neurólogo que se lo ocultara.
Máquina Tejeruelo es el perfecto hombre del siglo XXI. Es alguien que proyecta toda su vida en una PDA. No hace nada que no aparezca apuntado en ella. Me gusta el mote que le ha puesto mi auxiliar –la mujer de la nube kinton-. Máquina Tejeruelo está programado para el éxito. Atractivo, elegante, oliendo siempre a after-shave, ambicioso lo suficiente, sonrisa seductora –la justa para agradar, pero sin enseñar las muelas del juicio- con mucho talento, una enorme capacidad para el trabajo y siempre bien organizado. Y con algo fundamental: sus emociones perfectamente controladas. Me recuerda bastante a Amor nº 9. A Máquina Tejeruelo lo abandonó la mujer hace seis meses, pero ni se ha despeinado. Coincidió con una junta de empresa decisiva en la que se jugaba el ascenso; tuvo que elegir entre eso y salvar su matrimonio y dio todo de sí para seguir escalando puestos en la empresa. Su separación conyugal ocupó el mismo segundo plano que había ocupado siempre su esposa durante sus doce años de casados. Ella se quedó con los niños y la casa y él ocupa ahora un apartamento de soltero y la vicepresidencia de su empresa. Como profilaxis ante un posible síndrome ansioso-depresivo me pidió psicotropos que nunca llegó a usar porque no se dio el caso.
Parece mentira que Máquina Tejeruelo viva en el mismo mundo que otro de mis pacientes que es todo corazón. Yo lo llamo Sunai, porque me recuerda al protagonista de un cuento que leía de niña. Sunai se separó de su mujer hace nueve años y después se ha vuelto a reconciliar con ella, por sus dos hijos. Durante estos años ha empapado sus días con alcohol en borracheras solitarias y ahora, que ha aceptado su problema, está tratando de salir de él. Tiene tantos desequilibrios emocionales que le incapacitan para la vida. Un absoluto alérgico. Uno de sus hijos de diecisiete años se ha dado cuenta de que tiene un problema. Y él dice avergonzarse de mirarle a los ojos. Hoy Sunai ha venido a pedirme asilo emocional, refugiándose de un mundo en el que ganan los que controlan los sentimientos.
El Buscador de memorias es el Hombre de Paja, Máquina Tejeruelo es el Hombre de Hojalata y Sunai es el León sin valor. Hoy soy Dorothy y los cuatro vamos por el camino de baldosas amarillas en busca del Mago de Oz.

La Dama

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