Orquídeas para La Minúscula

lunes, 2 de junio de 2008

Hoy me han contado el secreto de “La Minúscula”. La Minúscula es la secretaria de dirección del distrito para el que trabajo. Una mujer pequeña de mediana edad, agradable en el trato y con un sobrenombre a medida. Esta mañana me he pasado por allí para arreglar un asunto pendiente. La Minúscula, el 14 de cada mes recibía puntualmente un ramo de flores precioso: las azucenas y las orquídeas eran una constante. Lo ponía en su mesa y era tan inmenso que las hojas verdes que salían por los lados la tapaban. Si andabas en línea recta en dirección a ella por el pasillo veías algo diminuto con un cuerpo de mujer y cabeza de flores. Y si la observabas desde el ángulo contrario era una minúscula Carmen Miranda. Nunca dijo quién se las enviaba, pero ponía cara de absoluta naturalidad, con lo que la leyenda del misterioso amor secreto de La Minúscula cobraba más carácter con cada ramo que recibía.
Hoy he preguntado por ella y sus flores, ya no trabaja allí. Su sustituta, que hace flaco honor al título de secretaria por su indiscreción, me ha contado que un extracto del banco la delató. No había tal amante misterioso, que finalmente resultó ser ella misma quien, a cuenta del distrito, en el apartado de “gastos varios de mantenimiento”, con un nombre ficticio se enviaba las flores.
Al recordarla tan pequeñita y triste me ha dado pena por un instante. Pero después la pena se ha transformado en fascinación. Ahora me la imagino como una espía de la Primera Guerra Mundial, una Mata Hari con su pequeño disfraz, riéndose de todos nosotros y creando su propia leyenda entre las secretarias de dirección y los seres solitarios que inventan amantes secretos para darle un poco de misterio a su sombría existencia.
Desde aquí, mi más sincero homenaje para La Minúscula.

La Dama

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