Momentos Previos a Cosas Importantes

domingo, 1 de junio de 2008

Hoy ha sido un día de horas dilatadas, elásticas. Cuando llego a casa necesito por unos segundos derramar mi naturaleza de agua sobre una superficie cómoda y familiar. Reflexiono sobre una de tantas historias que han llegado hoy a mí casi sin querer. Supongo que fruto de las circunstancias. Yo pasaba en ese momento por la vida de otra persona y me he sentado a escuchar lo que tenía que decir…
Echada sobre mi cama clavo los ojos en un punto fijo del techo, como un actor en “El club de la comedia” cuando dirige su mirada a una única persona del público para darle carácter a su monólogo. La llama de una vela de jazmín crea sombras chinescas en la pared. En la habitación hay silencio, como esperando a que algo importante suceda…
Los momentos previos a las cosas importantes suelen ser especiales. Una mujer cualquiera hace el amor a las nueve de la noche y a las nueve y un segundo deja de ser una mujer cualquiera porque tiene un óvulo fecundado en su cuerpo y hay otro ser creciendo en su interior y entonces piensa que ser madre es lo mejor que le ha dado la vida y las nueve y un segundo es su hora favorita. Un ejecutivo ha quedado a las doce de un domingo para jugar al squash con un compañero de trabajo y mientras se ata los cordones de sus nuevas Nike un dolor desgarrador le atraviesa el pecho y cae fulminado sobre la alfombra roja que se trajo de la India en su viaje de novios. Probablemente hubo un instante entre las once menos cuarto y las once menos cuarto y dos segundos en el que se dio cuenta de que se acercaba su final. Probablemente también en ese instante toda su vida pasó por delante de sus ojos en forma de película, incluso la última noche de sexo sin barreras con la joven que sustituye a su esposa en sus fantasías más ocultas. Ni siquiera tuvo aliento para pedir perdón por las mentiras o para despedirse de alguna de las dos: su mujer y la mujer embarazada que se siente madre desde las nueve y un segundo de la noche anterior.
La viuda oficial vive sola y sigue llevando voluntariamente una venda en los ojos dentro de una casa enormemente vacía, decorada con cien trofeos a la infidelidad y al mejor jugador de la provincia. El óvulo fecundado tiene dos años y medio y una sonrisa encantadora de dientes separados. Responde al nombre de “Bichito” y al parecer es el vivo retrato de un difunto jugador de squash.

La Dama

1 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

Anónimo dijo...

Muy bueno tu blog. Que alegría que hayas vuelto Dama...

 

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