La Cena de los Idiotas

lunes, 2 de junio de 2008

Siempre me pasa lo mismo. Por alguna extraña razón que desconozco, siempre me acabo metiendo hasta el cuello en estos berenjenales. Suelo terminar organizando cosas, sin haberlo buscado inicialmente. Soy tauro, es decir, ni espontánea como cualquier aries, ni idealista como cualquier piscis, ni acomplejada de ser el ombligo del mundo, como cualquier leo. Soy una modesta tauro, con la intención de pasar un buen rato con un puñado de amig@s sin ninguna razón aparente, tan sólo la de celebrar la importancia de las pequeñas-grandes cosas. Mis especialidades son: cumpleaños, almuerzos, tomar té o café los domingos, excursiones, cenas de Navidad…nada del otro jueves.
Tengo un grupo de amig@s no demasiado amplio, pero sí bastante heterogéneo. Poner a todos de acuerdo para organizar algo parece una tarea sobrehumana. Que yo sepa, ninguno de ellos tiene el futuro del planeta en sus manos, ni se dedica a erradicar el hambre en el mundo, ni decide la paz en Oriente Medio, ni tiene proyectado un próximo viaje a la Luna. Creo que sus actividades, como las mías, son de lo más normalito y tienen un horario de oficina, en su mayoría, que ya quisiera yo para mí. Pero cuando se trata de hacer acto de presencia en alguno de mis proyectos, a todos les surge una causa de fuerza mayor para no acudir a la cita. Y si no la tienen, se la inventan sobre la marcha. Eso sí, tengo unos amigos con una imaginación desbordante.
Al principio todo el mundo quiere participar, todos se apuntan. Y la historia se repite una y otra vez: yo hago todas las llamadas, reservo los sitios y por otra extraña razón que desconozco, en el último momento me llaman con las excusas de última hora más variopintas que recuerdo. He reunido toda una colección. Mis favoritas: “Ah, lo siento, hoy no puedo quedar; me voy corriendo a un pueblo con monasterio, donde he quedado con el amor de mi vida”, “Perdona, pero de pronto me ha entrado un jamacuco (este término tiene pequeñas variaciones, según la persona de quien se trate y es reemplazable por: “chungazo”, “telele”, o por frases onomatopéyicas muy televisivas, como: me siento “plof” o me siento “chof” …) y estoy en Urgencias desde hace 3 días, envuelta en una mantita, hasta que me vea algún médico del seguro”.
Tendría que haber aprendido la lección a los siete años, cuando no apareció en mi cumpleaños ninguna de las niñas que invité días antes. Pero debe de ser que los enfados se me resbalan de la memoria como los amores, y me duran lo mismo que los malos recuerdos, lo que dura una pompa de jabón. Es por eso, que no aprendo la lección y sigo organizando cosas en las que las ausencias me dejan cara de idiota, mal sabor de boca y una nueva herida que cicatriza con el tiempo.
El jueves fue la última vez que me pasó y ya estoy pensando en organizar algo para la Nochevieja.

La Dama

1 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

Anónimo dijo...

Te comprendo muy bien. A mí me paso lo mismo.

 

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