Carta a los Reyes Magos

lunes, 2 de junio de 2008

Queridos Reyes Magos:

Una vez más por estas fechas, os escribo con la esperanza de que atendáis mis ruegos…

No sé si me recordaréis. Soy la niña que dejaba en el balcón agua y comida para vuestros camellos y una copita de anís y un plato de polvorones para hacer más llevadero vuestro trabajo de repartir juguetes a todos los niños del mundo. Nunca entendí cómo los camellos llegaban a mi balcón, ni cómo en una sola noche os daba tiempo a hacer todos los pedidos, pero tenía una testigo fiable –mi abuela- que daba fe de que vosotros la noche del 5 al 6 de enero pasábais religiosamente por mi casa, para dejar todo lo que os había escrito en la carta días antes…A veces el color de pelo de la muñeca no coincidía, o en lugar de un juego de mesa me traíais un rompecabezas, pero yo daba por hecho que estos errores habituales eran propios de unos Reyes que por los años cotizados debían de estar a punto de jubilarse y que respondían también a la cantidad de trabajo que tendríais en estas fechas. Sí, ya sé que solo me acuerdo de vosotros en esta época, y me gustaría deciros que os escribiré más, o que os llamaré por teléfono, pero siempre me pasa lo mismo. He crecido y me he convertido en adulta y los adultos olvidamos a menudo las promesas y desconfiamos de vuestra existencia. Bueno no sólo de la vuestra, también de la del tal “Ratoncito Pérez”, ese ratón coleccionista de dientes, y hasta de la del mismísimo Santa Claus, que cuando yo era niña era un abuelete gordinflón muy simpático que os aligeraba el trabajo con los niños extranjeros…y ahora por lo visto también trabaja por aquí, pero ya me ha pillado demasiado mayor para escribirle cartas y además creo que habla finés…

Esta vez no quiero pediros nada para mí, pero sí os voy a pedir algo para unos amigos nuevos que he hecho este año. Espero que se lo concedáis y no les hagáis como a mí cuando tenía siete años…que aún estoy esperando el Cine-Exin y la Nancy bailarina que os pedí.

Primero un regalo para todos, un saco enorme de felicidad, que les mantenga siempre alegres. Hace mucho que no veo en sus caras una sonrisa de verdad, y algunos ya han llorado bastante. Yo no los he visto llorar, lo reconozco, pero sé que los ojos se quedan así como hundidos y vidriosos después de hacerlo.

Para “El Hombre de las lágrimas de miel” quiero una abrelatas enorme y bien fuerte, para cortar esa armadura que lleva, que en lugar de protegerle, le encierra, y cada vez le aprieta mas. Yo lo noto, noto como le cuesta respirar. ¡Ah! Y acercadle una estrella, para darle algo de su luz a sus ojos que cada vez brillan menos, cada vez son más oscuros…

¡Ah! Que no se me olvide la sonrisa para “El Domador de pulgas”. Me ha pedido que yo se la devuelva después de tres años. Y que traiga instrucciones de instalación, por favor, yo no sé cómo hacerlo. La perdió cuando lo echaron del trabajo en un banco después de treinta años de antigüedad, para crear un puesto para la hija del director que acaba de terminar la carrera.

Os pido un perrito para “El Coronel”. Este año no ha venido a verlo su hija de París, ni ha recibido postales y ya van tres Navidades seguidas. Sé que se siente muy solo, aunque no se queje. La semana pasada me preguntó el nombre de alguna residencia de ancianos.

Y para “La Castañera”, también quiero algo, me gustaría que le trajéseis un espejo, en el que se vea tan bonita como la ven quienes la quieren. Hace años se quemó la cara y decidió deshacerse de todos los espejos de su casa. Sé que a veces se pone triste al ver su reflejo en algún escaparate o cuando la gente fija sin querer los ojos en la enorme cicatriz de su cara.

Para “La Dama de Shangai” quiero un saco lleno de abrazos, siempre me dice que necesita a alguien que la abrace, porque si no, se morirá. Yo no me lo creo, nadie se muere si no recibe un abrazo ¿no? pero, por si acaso yo siempre se lo doy, no me cuesta nada hacerlo. A mí me sobran unos cuantos. Quiero también para ella un montón de besos, los necesita, porque ella siempre los está regalando y se le van a acabar.

Bueno, eso es todo lo que quiero. Y si de paso me traéis la Nancy bailarina o el Cine-Exin, siempre os lo agradecerá la niña que vive en mí…

Mil besos. Felices Fiestas.

0 Gotas de Lluvia sobre mi Paraguas Rojo:

 

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